Muchos recordamos esa fotografía de Einstein en la que
aparece como un científico distraído, con el pelo canoso y despeinado sacándole
la lengua a la cámara. Nos han vendido la imagen del científico alemán como la
de un hombre sabio, bueno y excéntrico. Le añadieron frases hermosas que nunca
dijo y callaron que como ser humano dejó mucho que desear.
Fue un genio científico, uno de los padres fundadores de la
bomba atómica, misógeno, autoritario y mal esposo y padre. En este último hecho
quiero contextualizar este comentario del blog.
Lieserl fue la primera hija de Albert Einstein y Mileva
Marić, nacida fuera del matrimonio del científico. A la niña la llamaron
Lieserl y las respectivas familias influyeron en el distanciamiento de la
pareja. Mileva deja a “una hija ilegítima” con los abuelos y se desconoce si la niña murió por una
infección de escarlatina o fue entregada a otra familia que la registró con sus
apellidos. Nadie sabe qué fue de la única hija de Einstein. Desapareció poco
después de su nacimiento y no se han encontrado rastros de ella.
El machismo de Einstein es notorio cuando manifestaba no
estar enojado con Maric por esperar otro bebé, ya que había pensado en una
nueva Lieserl, y a Maric “no debería negársele el derecho que tienen todas las
mujeres”. Ambos tuvieron otros dos hijos ya casados, Hans Albert Einstein y
Eduard Einstein. Albert, luego contraería un segundo matrimonio.
El rumor apunta que Margot Einstein, la hijastra del célebre
genio, donó 1.400 cartas escritas del eminente científico a la Universidad
Hebrea, con la orden de no hacer público su contenido hasta dos décadas después
de su muerte. Entre esas cartas figura una maravillosa carta de ‘Amor’ del
supuesto Einstein a su hija, Lieserl y a la vida misma.
Personalmente, me gustaría que Einstein fuera el autor y que
el ser humano fuera mucho más grande que el científico. No lo sé, tampoco me
importa mucho el autor. Es una carta emotiva y digna de ser leída por la
belleza de su contenido, quizás para algunos cursi y ridícula y, sin embargo, “solo
las criaturas que no escribieron cartas de amor sí que son ridículas”.
El Amor
Mi querida hija:
Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me
entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad
también chocará con la incomprensión y los prejuicios del mundo. Te pido aun
así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta
que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a
continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta
ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que
incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier
fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros.
Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del
universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe.
El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por
otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite
que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela.
Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la
vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez
porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser
humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple
sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la
energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por
la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor
es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las
otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que
nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie
sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar
el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última
respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de
amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y
la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su
interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser
liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal,
querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y
todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que
alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez
sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo,
necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última
respuesta.
Tu padre,
(Albert Einstein)