martes, 8 de noviembre de 2016

Malaparte y el golpe de Estado

El ensayo ‘Técnicas del golpe de Estado' de Curzio Malaparte (1931) analiza los diferentes golpes o intentos de golpes de Estado habidos en Europa desde el 18 de Brumario de Napoleón hasta la llamada “Marcha sobre Roma” de Mussolini y señala que “la estrategia es la de siempre: concentrar las fuerzas en el punto más sensible del adversario, que en un estado moderno son los servicios públicos y los medios de comunicación”.

Resulta curioso, como anécdota, que Malaparte militara en el fascismo y, posteriormente, en el comunismo y que su libro llevara de subtítulo: 'Cómo los dictadores alcanzan el poder’. Hay una frase sobre el escritor italiano que mi profesora de historia, Carmen Llorca nos relató. Un juez interrogó a Malaparte preguntándole: ¿Con quién contaba usted antes de que fracasara su golpe?. Curzio respondió: "Con usted, mi señoría, de haber triunfado".

El lema “una minoría activa se impone a una mayoría pasiva” es otra de las ideas básicas. Es norma general, tanto en los sistemas democráticos como en los autoritarios, que la soberanía del pueblo se delegue en unos representantes que se convierten en una partitocracia o bien que el temor al tirano inmovilice la respuesta popular.

Los países poderosos solían cambiar gobiernos hostiles a través de una intervención militar directa y cuando esa intervención podía ser arriesgada por enfrentarse con otra nación de poderío militar similar se imponía una acción indirecta apoyando un golpe de Estado con la terminología cambio de régimen. Para forzar esa situación hay que comenzar provocando el desorden a través del bloqueo de su economía, labores de sabotaje e intervención de los servicios de inteligencia colaborando con mercenarios para fingir y, a la vez, estimular una reacción popular.

A partir de este punto, las telecomunicaciones son el principal instrumento para orientar esa opinión pública (labor interior y exterior) y  llevarla hacía los objetivos que se desean, al punto que se convierten en importante arma de guerra.

Así, esas aparentes” intervenciones humanitarias” serán abiertamente apoyadas por el pueblo agresor asimilando una guerra para liberar a millones de ciudadanos de un tirano. Es solo cuando regresan nuestros ataúdes cuando nos preguntamos quién ganaba, en realidad, con aquélla intervención. De todos es sabido que el éxito tiene muchos padres y el fracaso, ninguno.

El sistema nos ha convencido a través de la propaganda y la desinformación que internet y las redes sociales son un instrumento de liberación y, sucede, al contrario. La tecnología es, en sí misma, neutra. Sin embargo, la creación y finalidad no suele serlo.

Las primaveras árabes, Libia, Siria, Ucrania y Venezuela son ejemplos de esas técnicas de golpe de Estado promovidas por los denominados países democráticos que han apoyado regímenes dictatoriales cuando les rendían pleitesía a los poderosos y usaban la crueldad manifiesta contra sus propios gobernados. Eran esos denominados “nuestros hijos de puta”.

Para evitar golpes de Estado, en mi modesta opinión, el gobierno de un país debe entre otros muchos asuntos:

  • Solicitar ayuda exterior. Si una fuerza más poderosa trata de aplastarnos no nos queda más remedio que protegernos bajo el manto de una fuerza similar a la que nos ataca. Esa solución supone pagar y asumir el coste de esa deuda, asunto que no realizo Syriza en Grecia; 
  • Para defender la paz estar preparado siempre para la guerra. Por lo tanto, contar con un ejército bien armado, en la medida de nuestros medios económicos.
  • Controlar el Estado los servicios públicos esenciales: correos, electricidad, agua, telefonía, transporte, radio y televisión
  • Vigilar las embajadas y las ONGs que son centros de camuflaje para los servicios secretos.
  • Atender a los ingresos de dinero provenientes del exterior.
  • Contar con un  importante servicio de información (tecnología puntera informática y excelentes profesionales informáticos y periodistas para la elaboración de los contenidos y las relaciones en el exterior).
  • Solo si cuentas con la certeza que el pueblo está contigo debes armarlo inmediatamente para rechazar actuar a dicha minoría. Un ejemplo es cuando Franco intentó la primera vez tomar Madrid y no fue capaz porque largo Caballero dio orden de repartir armas a los sindicatos. Éstos fueron capaz de parar el primer golpe.







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