La primera vuelta de la elección presidencial en Francia,
celebrada el domingo 23 de abril, ha evidenciado tres hechos: el fin del
bipartidismo (republicanos y socialistas), el ascenso de Marine Le Pen y la
victoria del candidato centrista renovador, el socioliberal Emmanuel Macron.
La falta de convergencia en la izquierda se había escenificado antes de las elecciones. El quinquenio del presidente socialista Hollande ha estado plagado de protestas, especialmente contra sus medidas más liberales, como la ley Macron para desregularizar la economía, o la polémica reforma laboral. Así, el partido socialista francés ha dividido sus votos entre Emmanuel Macron y Jean-Luc Mélenchon (la izquierda real francesa).
Con el 19,5% de los votos, Mélenchon ha obtenido un resultado electoral muy respetable - con poco tiempo desde la creación de Francia insumisa -, pero ha quedado relegado al cuarto lugar tras los conservadores de Francois Fillon. No obstante, Mélenchon se ha impuesto como “el candidato de la izquierda”, afirmaba el lunes el diario conservador Le Figaro.
El centro de París registró disturbios protagonizados por algunos centenares de militantes antifascistas que gritaban: “Ni patria ni patrón, ni Marine ni Macron”.
El próximo 7 de mayo se celebra la segunda vuelta entre Macron o Le Pen para decidir la presidencia de Francia. El conservador Fillon y el socialista Hamon (representantes del establishment) solicitarán a sus electores el voto para Macron. Algo lógico pues Macron es “el empleado de Bruselas” y significa “la alternativa centrista reformadora” que es “más de lo mismo”. ¿Qué hará Mélenchon con sus votantes?. Nunca, votar a Macron. Sólo queda la abstención o entonar La Marsellesa en lugar de La Internacional y votar a Le Pen. De hecho está demostrado que muchos comunistas se han integrado en el Frente Nacional como única posibilidad de derribar el orden existente.
El populismo de Le Pen (tachado de extrema derecha) se distingue del populismo de Mèlenchon en su desencuentro frente al multiculturalismo. En este punto, Francia aún vive las secuelas de la guerra de Argelia, aunque en su propio feudo. El colonialismo occidental y sus medios de producción han llevado un gran número de musulmanes a Francia para obtener plusvalías para el capital francés y, a la larga, tirar los salarios de los franceses. Estos inmigrantes, en su gran mayoría, ya sé que está Karim Benzema, han vivido en ghettos separados política, cultural y económicamente de los naturales franceses. Eso ha ocasionado la no integración y un apartheid, también voluntario, por motivos culturales y religiosos. Este mismo razonamiento fue asumido por alguien tan poco sospechoso de populismo como el mismo ex presidente, François Miterrand que aventuró futuros problemas por esta situación.
La izquierda nunca debe asumir políticas xenófobas, pero sí ser consciente que ese multiculturalismo ha sido creado por intereses oligárquicos que han colaborado junto a otras fuerzas aún más potentes a menoscabar los intereses de los trabajadores galos. Así, la izquierda ha comprado/asumido de la oligarquía la libertad de circulación de personas. Recordemos aquello de "Desahuciado está el que tiene que marcharse a vivir una cultura diferente".
Qué puntos en común tienen los votantes de Francia insumisa/Mélenchon con los del Frente Nacional/Le Pen?. Ambos coinciden en la defensa del Estado-Nación frente al globalismo de las corrientes liberales. Los dos políticos reclaman “soberanía nacional” frente a Bruselas y políticas económicas proteccionistas que no arruinen a sus empresas y trabajadores frente a una política de dumping/China/Europa del Este/España.
En contra de lo que hicieron el domingo rivales como François Fillon o Benoît Hamon, Mélenchon no dio ninguna consigna de voto a sus 7 millones de votantes, gracias a los cuales obtuvo un apoyo del 19,62%.
"Cada uno sabe cuál es su deber", dijo, en el marco de un discurso en el que llamó a consultar a las 450.000 personas que conforman su movimiento izquierdista. Su ambigüedad le ha costado las críticas del resto de partidos.
En España, Pablo Iglesias y Alberto Garzón han señalado, tras las elecciones presidenciales francesas, que apostar por Macron resultaría un "fracaso" y que sus políticas "son las que han creado fenómenos como Le Pen". Los expertos interpretan que la formación "se sitúa en el marco político como partido anti establishment", de manera que entrar en un consenso con las élites de poder "negaría su propia lógica de actuación".
Los números, en principio, son favorables a Macron - las bolsas así lo han registrado -. Ahora bien, en Reino Unido y Estados Unidos se equivocaron con el ganador. Muchos votos de los republicanos (nacionalistas) y de los seguidores de Mélenchon (proteccionistas y antiBruselas) y la abstención pueden condicionar la segunda vuelta. En mi opinión, “la muerta está aún viva”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario