En ese instante han sobrevolado mi mente las imágenes de Santiago Carrillo en 1976, tras la muerte de Franco, regresando en secreto a España y siendo detenido, en una acción provocada por él mismo y previamente pactada con el gobierno de Adolfo Suárez. Formaba parte de una farsa cuyo objetivo era legalizar el PC.
Antes de este retorno, Santiago Carrillo, ya había mantenido conversaciones, a través de terceros, con el gobierno de Adolfo Suárez. Carrillo había ofrecido garantías de moderación de sus militantes, así como la aceptación del régimen monárquico y de la bandera nacional.
En el tablero se planteaba el conflicto entre legalidad y legitimidad, pero la democracia venía avalada por estados Unidos y la Europa democrática.
No es por casualidad que tenga Puigdemont su hogar allá en Bruselas…
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