Acabo de ver la última película de Alejandro Amenábar y me parece que está técnicamente muy bien elaborada, pero nos embauca con unos carteles que nos dicen que la cinta está “basada en hechos reales de sectas satánicas en los Estados Unidos” para ir poniéndonos en situación y nos vende una solución racional que no lo es del todo…
Luego, hay un segundo engaño. Lo protagoniza Cinesa que bajo el nuevo concepto de “pelicula premium” nos recarga el precio de la película en un euro, desde los 6,70 euros, hasta los 7,70 y que, menos que un director progresista, realice alguna declaración oponiéndose a tal medida.
Vayamos a la sinopsis del filme: película ambientada en el Minessota de los años 90. Allí, un hombre es acusado de haber abusado de su hija, pero él asegura no recordar nada de lo sucedido. Sin embargo, admite su culpabilidad a pesar de no saber a ciencia cierta que pasó. Para recuperar la memoria, cuenta con la ayuda de un psicólogo, que, poco a poco, consigue que él comience a acordarse de la agresión y, además, al recuperar sus recuerdos inculpa a alguien más: un policía que, según él, participó en el abuso. No obstante, la situación no está exenta de polémica y los medios locales barajan la posibilidad de que todo se trate de un acto cometido por una secta satánica.
El hecho real acontecido en los Estados Unidos no parece claro del todo, pues he leído versiones distintas y solo hay unanimidad en una denuncia de una mujer neurótica por abusos cometidos sobre un niño y el juicio paralelo que se realizó por parte de la comunidad y de los medios de comunicación.
Un ejemplo mejor para denunciar la manipulación psicológica es cuando Arthur Miller escoge los juicios de Salem por brujería para su famosa obra de teatro. Sin embargo, el autor norteamericano está denunciando una caza de brujas real por parte del senador McCarthy hacia todos aquellos sospechosos de tendencia comunista.
Voy a tratar de explicarme, la caza de brujas no es en sí misma una histeria colectiva. Es siempre algo promovido desde arriba/desde el poder y necesita para su difusión y generar el miedo de muchos elementos. Medios de comunicación, declaraciones de personas autorizadas, especialistas en diversas materias, etc.
Por eso mismo los historiadores coinciden en que entender el hecho histórico de la caza de brujas de 1630 considerando que sus ciudadanos atravesaban un período de alucinaciones masivas e histeria provocadas unicamente por la religión es una “explicación cuando menos simplista”.
Sigo tratando de explicarme, me parece muy bien y lo comparto que Amenábar aleje el miedo por esas sectas satánicas folclóricas y dé un giro al final de la película para que nos encontremos un resultado que no esperamos.
Sin embargo, discrepo en su planteamiento y en un final aparentemente realista. Es decir, muchos espectadores acudimos a ver un producto similar a aquellas películas que tanto nos gustaron, lo mismo que a Amenábar -,La Profecía, El Exorcista o,la mejor, La Semilla del Diablo/Polanski. Retoma todo aquello para desmentir algo que a él también le gusta. También estoy de acuerdo en esta paradoja, pero no me vendas un jamón con la etiqueta cambiada y, en relación al final, no dudes en apuntar que el mal existe, los satánicos no van con túnicas, velas y máscaras sino que dirigen multinacionales, bancos y son muy amables y educados, pero sus bombas matan niños y te joden sin contar con tu beneplácito. Le ha faltado ese punto de realismo, a mi entender.
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