martes, 5 de enero de 2016

La guerra del petróleo y el efecto boomerang en Arabia Saudí

La caída de precios en los mercados de crudo tiene unos antecedentes importantes con unas causas aparentes, otras reales y un fin común, debilitar las economías de dos importantes productores de petróleo: la Venezuela de Maduro y Rusia.


El pasado mes de octubre se reunieron en Viena los países miembros de la OPEP (Angola, Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Ecuador, Kuwait, Irak, Irán, Libia, Nigeria y Venezuela)  y acudieron al evento cinco países ajenos a la organización: Rusia, México, Brasil, Colombia y Kazajistán.

El encuentro fue promovido por Venezuela para detener la persistente caída de los precios del crudo. Así, el país sudamericano propuso un conjunto de medidas para alcanzar un precio de equilibrio de entre 70 y 80 dólares el barril.

El precio llegó a alcanzar los 110 dólares y, entonces, Estados Unidos aumentó la producción de petróleo a un ritmo de un millón de barriles por día anualmente gracias a la técnica de fracturación hidráulica, que además permite la extracción de gas desde las formaciones de esquisto. Pero la utilización de esta técnica para extraer petróleo necesita precios de entre 85 y 98 dólares el barril para ser rentable.

Este envite de los Estados Unidos suponía que la OPEP debía bajar precios y aumentar sus ventas/producción para recuperar el dinero perdido.

Estados, Unidos, China, Japón y Europa ganaban con esta situación, mientras que Canadá, Noruega, Venezuela, Irak, Irán y, principalmente, Rusia generaban grandes pérdidas económicas.

Arabia Saudí ha sido considerado históricamente el 'banco central petrolero' y el gran aliado de Estados Unidos e Israel pero Irán está dispuesto a echarle un pulso. Lo ha comenzado con su posición en el conflicto de Oriente Próximo (Siria) y la crisis entre ambos países acaba de estallar con la ejecución del jeque Nimr al Nimr y ha continuado con la ruptura de relaciones que agrava el conflicto regional entre Arabia Saudí e Irán. Las consecuencias del conflicto son imprevisibles para la monarquía saudí que se ve en el mundo árabe como un traidor, máxime con su acercamiento a Israel.

En el interior de Arabia Saudí existe una gran bolsa de chiíes y la caída de ingresos también ha afectado a su economía pues las ventas a China han disminuido en beneficio de Rusia que mantiene un acercamiento político con el gigante asiático en el conflicto de Oriente Próximo.

La situación político-militar en este conflicto será la clave para saber quién es el ganador en esta guerra del petróleo.

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