miércoles, 20 de julio de 2016

Eisenstein, el realismo socialista en el cine soviético

La muestra en la pantalla de las proezas revolucionarias y laborales del hombre soviético estructuraba los principios de una nueva ideología y concepción del mundo. Lenin consideró al cine como "la más importante de las artes" por la multitud de recursos que contemplaba, tanto en el campo técnico como en el narrativo. En este contexto histórico aparece la figura de Serguei Eisenstein que partiendo de la influencia de las películas de Griffith, fue capaz de plantear un lenguaje alternativo al del cine americano. Los planteamientos del director soviético son más difíciles de asumir por el público menos formado, especialmente si se compara con las propuestas de Griffith, que comprendemos mejor al haberlas asumido en el cine comercial americano.


Ambos comparten época. Los dos mueren en 1948, aunque Eisentein nace en 1898 y Griffith en 1875. Otro punto similar es su interés y formación teatral que influirá en sus montajes. Entre las diferencias encontramos que Eisenstein es comunista, mientras que Griffith es un conservador-liberal y, con toda lógica, sus estilos cinematográficos son distintos, pero geniales. 

Eisenstein era un hombre muy culto que, además, hablaba alemán, inglés y francés. Su innovadora técnica de montaje sirvió de inspiración para el cine posterior, pues el montaje no se limitaba a enlazar escenas, sino que trataba a través de mecanismos del montaje de influir en el espectador  a través de estímulos de acción psicológica y sensorial  con el fin de provocarle un choque emotivo.


Un ejemplo es  su primera gran obra, 'La Huelga', en donde alterna la masacre hacia los huelguistas con imágenes de bovinos sacrificados. La película describe una huelga ocurrida en 1903 por los trabajadores de una fábrica en la Rusia prerrevolucionaria. Fue el primer largometraje de Eisenstein, que un año después dirigiría la famosa película 'El acorazado Potemkin' (1925). Otro tema de la película, que es una de las mayores características del cine de Eisenstein, es el colectivismo frente al individualismo convencional en el cine occidental. 


Eisenstein, con frecuencia, no utilizaba actores profesionales para sus películas. Sus narrativas evitaban el individualismo y, en cambio, iban dirigidas a cuestiones más amplias de la sociedad, especialmente a conflictos de clases. Sus actores eran por lo usual personas sin entrenamiento en el campo dramático, tomadas de ámbitos sociales adecuados para cada papel.

El acorazado Potemkin, le da a conocer  en todo el mundo. El guion de la película, fue escrito para una película en ocho episodios relataría los sucesos de la huelga general de 1905. El rodaje se pospuso por las inclemencias del tiempo y se dirigieron a Odesa a rodar el capítulo dedicado al motín del Potemkin.

Eisenstein decidió entonces centrar la película en ese episodio, y se abandonó su proyecto de 1905. Sin embargo, 'El acorazado Potemkin' será, por sí misma, considerada la primera obra maestra del cine soviético. 

Tras esta gran película realizará dos trabajos más, 'Octubre', donde narra los sucesos del asalto al Palacio de Invierno durante la Revolución rusa de 1917, y 'La línea general', film sobre la reforma agraria. Sin embargo, en ‘La línea general’ su protagonista no será la masa, sino una heroína individual, María Lápkina.

Eisenstein viajó a Estados Unidos (Hollywood) donde fue recibido como un genio pero la presión anticomunista logró que la Paramount rompiera su contrato con el director soviético. En su visita a México también tiene problemas y regresa a la URSS para  dirigir, en 1938, ‘Alexander Nevski’, la primera película sonora que cuenta las andanzas de este héroe nacional ruso, que derrotó a los teutones en el siglo XIII y por la que se le concedería el Premio Stalin. En ella vuelve a hacer gala de su maestría para el montaje. Su protagonista vuelve a ser una sola persona, no la masa, y desaparece su vigoroso estilo documental para ser sustituido por una delicada reconstrucción de la historia. En los escudos y cascos que llevan los teutones del siglo XIII encontramos la simbología nazi.


A comienzos de los años 40, proyecta 'Iván el Terrible', una amplia trilogía sobre la figura del zar Iván Grozni. Plantea el drama del zar como la materialización de las contradicciones de un político creyente fiel y ortodoxo, que se ve obligado a enfrentarse con la Iglesia rusa que no quiere perder sus privilegios feudales. 




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