Esta historia comenzó en Caracas, el pasado 26 de enero, cuando los expresidentes Andrés Pastrana (Colombia), Felipe Calderón (México), y Sebastián Piñera (Chile) se pronunciaron por el respeto de la libertad y la democracia en Venezuela. En ese momento se comprometieron a denunciar ante el mundo la sistemática violación de los Derechos Humanos por parte del régimen de Nicolás Maduro. La misión: impulsar la Declaración de Panamá, un documento a través del cual estos líderes de importante reconocimiento y peso denuncian la “alteración de la democracia en Venezuela” y exigen a todos los jefes de Estado y de Gobierno presentes en la VII Cumbre de las Américas que unan esfuerzos para “construir una alternativa democrática”.
Esos Derechos humanos que el Sr Aznar se pasó por el forro en la invasión de Irak, al margen de la ONU porque Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva que, luego, nunca aparecieron. Hoy, en un diario, aparece que Felipe González colaboró con la monstruosa dictadura argentina mientras que verbalmente apoyaba a las víctimas de dicho régimen.
No sé por qué razón no visitan Arabia Saudí, entre otros muchos lugares, para exigir que se cumplan los Derechos Humanos. “Sr González, Sr Aznar, váyanse”.
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