Christina Salmivalli, psicóloga finlandesa lleva 25 años investigando el acoso escolar y es la creadora del método, aunque los derechos son del Ministerio de Educación finlandés. Aplicando el método, Finlandia ha eliminado el acoso escolar en el 79% de los colegios y una decena de países europeos, ya lo han puesto en marcha. En España se implantará próximamente. ¡Ójala, sea pronto!.
Finlandia implantó el sistema tras una situación de alarma nacional. En 2007, un joven irrumpió en su escuela de la localidad de Jokela y mató a seis estudiantes, la directora y la enfermera; luego se suicidó. Se supo que había padecido acoso escolar. Otra masacre en 2008, y Finlandia registraba una de las tasas de suicidio adolescente más altas del mundo. Por aquel entonces, el Gobierno ya había decidido encargar un plan de choque contra el acoso y la sociedad traumatizada se lo tomó muy en serio.
Algunos niños acosados manifiestan: "Nadie dio la cara por mi. Eso es lo que te hunde, que tus compañeros no digan nada, no hagan nada o se rían mientras te insultan, intentan quemarte el pelo o postean en Twitter que en el recreo va a haber sangre".
La indefensión de las víctimas es una mezcla de impotencia, terror y soledad, ya que el acoso suele producirse ante un público que ríe o calla. Así, movilizar a esos testigos y convertirlos en defensores de la víctima no es fácil, pero es la clave del método KiVa.
"Los acosadores suelen ser populares y poderosos", explica Christina Salmivalli. La originalidad de KiVa radica en conseguir que el acosador quede desacreditado ante el grupo. Es importante incidir en las dinámicas de grupos.
Otro de los problemas radica en aquellos centros escolares que prefieren negar que el acoso sea un problema, ya que de nada sirve instalar un buzón para que los niños informen del acoso (suyo o de sus compañeros) si el profesor encargado de comprobar el correo no lo hace diariamente.
El programa tiene dos ámbitos: el preventivo y el de intervención. Los estudiantes reciben clases a los 7, 10 y 13 años. Hay lecciones para identificar las emociones de los compañeros y saber cómo se sienten solo por el tono de voz y la expresión corporal. También aprenden a diferenciar qué es el acoso y qué una pelea ocasional. Las clases se completan con videojuegos, material de apoyo y charlas con los padres. El profesor encargado de vigilar el recreo usa un chaleco reflectante para visibilizar el compromiso del colegio.
El equipo kiVa lo suelen formar tres profesores. Son también los encargados de actuar en cuanto se tiene conocimiento de una situación de acoso. Primero se reúnen con la víctima, le dan apoyo y la tranquilizan. Luego hablan con el presunto acosador. Realizan un seguimiento y vuelven a entrevistarse con ambos al cabo de una o dos semanas. Si el problema continúa, también hablan con los padres. A los progenitores de los niños acosados se les enseña a atender las señales que indican el problema que padecen: no querer ir a clase o al colegio, cambios de humor, dificultad para conciliar el sueño, pérdida o rotura de ropa, un bajón en las notas, etc.
Fuente de la noticia. XL Semanal (01/11/2015)
Autor: Carlos Manuel Sánchez
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