Hace escasos días, un compañero me habló de Pablo que
junto al jesuita Franz Jalics pusieron en marcha la asociación “Amigos del
desierto” destinada a profundizar en la aventura del silencio y la meditación.
Este madrileño sostiene
que la meditación es un aprendizaje de la escucha interior y que las religiones
no tienen el monopolio de la espiritualidad. Vivimos en una sociedad de sumas:
más viajes, más experiencias para cultivarnos y debemos buscar las restas:
desprendernos, la búsqueda del vacío, ya que el auténtico conocimiento está dentro
de nosotros. Nos entretenemos porque somos incapaces de intratenernos y
preferimos el aturdimiento de las imágenes y las palabras al silencio.
Señala que,
principalmente, los jóvenes deben
desprenderse de la esclavitud del móvil que representa el síntoma más
sólido de la soledad mal entendida. (“Tengo 500 amigos/10.000 seguidores” y me
aburro sin él”).
Escucharse a sí mismo/a
los demás/Dios es un ejercicio de atención y amar es siempre un ejercicio de
amor que transforma la realidad de uno mismo/de la sociedad en su conjunto.
Meditar es morir y renacer; atravesar las sombras, cargar con la cruz y
resucitar. Ese proceso supone estar dispuesto a cambios en tu forma de entender
la vida.
Por ese motivo, Pablo D’Ors escribió un artículo muy interesante titulado: ¿Habrá
en la Iglesia alguien que se atreva? En donde cita: “Los sacramentos de la
Iglesia ya no significan casi nada para la inmensa mayoría de quienes aún
participan en ellos. Un signo que deja de significar ya no es un signo, sino un
juego de magia. Los ritos cristianos y los símbolos en que se fundamentan han
degenerado, para la mayoría de los creyentes, en pura magia. Por supuesto que
los hombres y las mujeres de hoy seguimos necesitando de la magia, es decir, de
palabras y gestos que de un modo automático e irracional nos vinculen con lo
trascendente. Pero esa no es la cuestión.
D’Ors, autor de éxito de
libros sobre religión y asesor cultural del Vaticano, nombrado por el Papa
Francisco, cuestionó, en un artículo en el semanario Vida Nueva la doctrina que
defiende la eficacia de los sacramentos con independencia de la comprensión por
parte de la persona que lo recibe. “Los sacramentos hay que entenderlos, al
menos en alguna medida. De lo contrario, no sacramentalizan nada, que es lo que
sucede hoy en nuestros templos. Nadie entiende nada. A lo que más me recuerdan
nuestras misas es al teatro del absurdo de Beckett”.
La doctrina del ex opere
operato, la que postula que el sacramento es eficaz con independencia de la
comprensión de quien lo recibe, ha desvinculado al signo del sujeto y lo ha
degenerado y cosificado.
La posición del escritor/sacerdote es una posición de fe,
pero racional en la búsqueda de Dios, no una impuesta desde arriba que se
limita a exigirte “creer” sin ningún comentario crítico, sin añadir nada más;
algo así como un acto de fanatismo impuesto por un visionario sacerdote o
vidente que recibe exclusivamente los
mensajes del Señor.
Concluye señalando:” ¿Dónde
estarán los profetas que nos hagan entender que solo hay posible fidelidad al
pasado desde la creatividad y la renovación en el presente?.
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