jueves, 20 de octubre de 2016

León Felipe, “Español del éxodo y del llanto”

Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe. Nace en Zamora  y fallece en México. En el libro de poemas “Español del éxodo y del llanto” explica: “Vine aquí (México) casi como el primer heraldo de este éxodo. Sin embargo, yo no soy un refugiado que llama hoy a las puertas de México para pedir hospitalidad. Me la dio hace diez y seis años, cuando llegué aquí por primera vez, solo y pobre y sin más documentos en el bolsillo que una carta que Alfonso Reyes me diera en Madrid, y con la cual se me abrieron todas las puertas de este pueblo y el corazón de los mejores hombres que entonces vivían en la ciudad (…).Después, México me dio más: amor y hogar. Una mujer y una casa. Una casa que tengo todavía y que no me han derribado las bombas. Ahora que tanto español refugiado no tiene una silla donde sentarse, tengo que decir esto con vergüenza. Pero tengo que decirlo. Y no para mostrar mi fortuna, sino mi gratitud. Y para levantar la esperanza de aquellos españoles que lo han perdido todo...”


Nacido en una familia acomodada y tras licenciarse como farmacéutico comenzó una vida llena de peripecias que le llevó a recorrer España como cómico de una compañía de teatro. Permaneció tres años en la cárcel, convicto de desfalco y contrajo un matrimonio fracasado con la peruana Irene Lambarri. Reunió León Felipe los mejores poemas que tenía y llamó a la puerta del poeta Juan Ramón Jiménez para rogarle los leyera y le diera la opinión que le merecían. Como pasaron algunos días sin recibir respuesta, volvió a casa de Juan Ramón Jiménez quien le recibió amablemente y en un momento dado el poeta de Moguer se levantó, y le  entregó los poemas, sin hacer ningún comentario. Estaba claro, tan claro que cuando salió,  rompió sus papeles en trozos pequeños y los echó en una alcantarilla de la calle.

Su vida bohemia le sumió en una situación económicamente complicada. Su primer viaje a México fue en 1922 con una carta de Alfonso Reyes que habría de abrirle la puerta del ambiente intelectual mexicano. Trabajó como bibliotecario en Veracruz, y como profesor de literatura española en la Universidad Cornell, Estados Unidos. Contrajo un segundo matrimonio con Berta Gamboa, también profesora y volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil, viviendo como militante republicano hasta 1938, año en que se exilia definitivamente a México, pasando a ser agregado cultural de la embajada de la República española en el exilio, única reconocida entonces por el Gobierno de Cárdenas. Murió en el país que lo acogió, en la Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968.

Me gustaría compartir estos dos poemas:

CREDO 
Aquí estoy... 
En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando 
        a que me llamen... 
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita 
        y condenada 
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro 
        y me ha dicho severo: 
No, no es la hora todavía... hay que esperar... 
Y aquí estoy esperando... 
con el mismo traje viejo de ayer, 
haciendo recuentos y memoria, 
haciendo examen de conciencia, 
escudriñando agudamente mi vida... 
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí. 
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda... 
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: 
Otra vez lo haré mejor, Señor, 
porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer? 
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer? 
Creo que Dios nos da siempre otra vida, 
otras vidas nuevas, 
otros cuerpos con otras herramientas, 
con otros instrumentos... Otras cajas sonoras 
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor 
para ir corrigiendo lentamente, 
muy lentamente, a través de los siglos, 
nuestros viejos pecados, 
nuestros tercos pecados... 
para ir eliminando poco a poco 
el veneno original de nuestra sangre 
que viene de muy lejos. 
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo. 
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio... 
        ¡pero está! 
Creo que tenemos muchas vidas, 
que todas son purgatorios sucesivos, 
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos, 
constituyen el infierno, el infierno purificador, 
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos. 
Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos. 
Sólo la Luz brilla sin tregua, 
diamantina, 
infinita, 
misericordiosa, 
perdurable por los siglos de los siglos... 
Ahí está siempre con sus divinos atributos. 
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla... 
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.

SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto. 
Y he visto: 
que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, 
y que el miedo del hombre... 
ha inventado todos los cuentos. 
Yo no sé muchas cosas, es verdad, 
pero me han dormido con todos los cuentos... 
y sé todos los cuentos.

León Felipe

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