¿Por qué pasó la censura?. Unos señalan que los productores y el mismo Berlanga, alistado en la División Azul, formaban sintonía con el antiamericanismo del franquismo más reaccionario, que no había sido capaz de digerir la derrota de Hitler en la II Guerra Mundial. Otros, que la censura no reparó que la sátira era también una crítica a una España paleta que representaba el régimen franquista. En mi opinión, ambos puntos son ciertos. Así, del mismo modo que El Quijote es un libro de caballerías sin serlo, ¡Bienvenido, Mister Marshall! bajo la apariencia de una comedia costumbrista, mezcla de la dulzura y ternura del pueblo llano, es una sátira tremendista de un pueblo que utiliza sombreros para que no se les vea las cabezas huecas y de unas fuerzas vivas o cabezas dirigentes en donde encontramos a un alcalde “sordo”, un hidalgo que vive en el siglo XVI, un cura escandalizado con el temor a Lucifer/el pecado que traerán los americanos, una maestra que necesita la ayuda del alumno empollón y un gobernador (representante del Gobierno) al que todos “respetan”.
Entre las contradicciones está ese evidente ataque a los Estados Unidos cuando no era aconsejable buscar las cosquillas al nuevo amigo americano que el régimen franquista encontró al firmarse, a los pocos meses de su estreno, el convenio defensivo con los Estados Unidos, que autorizaba la presencia de bases y tropas en territorio español.
Los diálogos escritos por el propio Berlanga, Bardem y Miguel Mihura son magníficos:
–“como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar"– repite incansablemente el alcalde, protagonizado por Pepe Isbert, desde el balcón consistorial.
- Conozco a los americanos como si los hubiera ... visto nacer uno a uno -.( frase de Manolo Morán para apuntar su autoridad en la materia y dirigir el cotarro).
- A mi juicio yo digo que lo mejor sería construir a la entrada del pueblo un arco triunfal con un letrero que dijese... -.
- ¿Que dijese qué? -.
- Que dijese... Hola -.
Al guión de Mihura también se debe el llamado sueño del
lejano Oeste, en el que el alcalde reta en duelo a Manolo. Es una fantástica parodia del wester, incluidas jarras de cervezas deslizándose por el mostrador de un lado a otro.
Otra escena a resaltar
es cuando el hidalgo sueña que los americanos son indios que le van a cocinar en una caldera.
En la mesa de peticiones a los americanos, el más vago del
pueblo pide unas pesas para hacer gimnasia.
En la primera versión del guión se puede leer "Pues, señor, erase una vez un pueblecito andaluz", que en la definitiva pasa a convertirse en "Pues, señor, erase una vez un pueblo español, un pueblecito cualquiera"; un cambio que resume la miseria generalizada de la España de principios de los cincuenta.
Lo único falso de la película son los dólares que Berlanga mostró en el casino con la cara de Pepe Isbert y Manolo Morán para promocionar la película. Por múltiples razones debemos considerar ‘Bienvenido, Mister Marshall’ como una joya clásica del cine español y que, en su momento, fue avalada por los premios cosechados en el Festival Internacional de Cine de Cannes (Mejor Comedia y Mención Especial por el guion).
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