miércoles, 15 de julio de 2015

El destape en la Transición Española

Hablamos de la Transición en España a un periodo comprendido entre el fallecimiento de Franco (1975) y el primer gobierno socialista (1982). Por lo tanto, abarcaría esos años en que la UCD/Suárez estaba en el gobierno. En 1966 la Ley de Prensa e Imprenta de Manuel Fraga había abierto “unas pequeñas dosis de libertad”. Sin embargo, durante algunos años se mezcló permisividad y represión. Hablar de libertad en esta época significaba hablar de política y sexo, materias que rebosaron las publicaciones impresas, cines, teatros y, gran parte de nuestro entorno.


Hoy, me gustaría narrar aquéllos años solo desde el punto de vista del erotismo, dejando para otro momento, por la abundancia de contenidos el lado político que representaron revistas como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Cambio 16, etc.

La mujer como objeto de deseo comenzó tímidamente en las películas protagonizadas por Alfredo Landa. Un ejemplo sería “No desearás al vecino del 5º” donde los muslos y los amplios escotes se mezclaban con un humor picante,  pero con tirón popular y comercial. El protagonista era un españolito reprimido, pero esa imagen era real. Nada más hay que recordar que cruzábamos a Francia para ver El último tango en París, de Bertolucci (1972). Aquí en España se hablaba de la famosa escena de la mantequilla y, de regreso, se comentaba: “vaya mierda”, ¡qué aburrimiento de película!. La cinta no cumplía las expectativas creadas.

                                        

El destape avanzó tras la muerte de Franco y de manera escalonada: se permitía mostrar los pechos; luego, el culo y finalmente, el desnudo integral sin que la cámara pasara tan deprisa que ni te enteraras. El primer desnudo integral en España fue el de María José Cantudo en La trastienda (1975).Después, lo realizaron las llamadas actrices del destape: Nadiuska, Ágata Lys, Susana Estrada, Amparo Muñoz, Victoria Vera y todas aquellas dispuestas a desnudarse “si lo exigía el guión”.

En el teatro, aparecía el destape en tontadas como “Enseñame tu piscina” como en obras más serias: ¿Por qué corres Ulises? De Antonio Gala, con el semidesnudo de Victoria Vera.

En 1977 se regulaban las populares películas “S”, solo para adultos, que avisaban al comienzo del filme “que pudieran herir la sensibilidad” y todos deseábamos que nos dejaran malheridos.


En las revistas debía aparecer en la portada y en forma destacada la frase “SOLO PARA ADULTOS”. Comenzaron a aparecer en los quioscos lo que se denominaban “revistas para hombres”, que incluían textos sobre política, artículos sobre “intereses masculinos” (es decir, viajes, deportes y motor) y reportajes fotográficos de chicas más o menos desnudas. Entre las pioneras estarían Bocaccio 70 y Flashmen. A medida que aumentaba la tolerancia, estas revistas que no “eran ni chicha, ni limoná” perdieron su atractivo y desaparecieron.

Interviu (1976) es la más representativa y la de mayor éxito en esta época. Pertenecía al grupo Z y dirigida por Antonio Asensio transformó las tres eses clásicas del periodismo popular anglosajón: sexo, escándalo, deporte por las tres eses españolas: sexo, sucesos y sensacionalismo. Le añadía el toque de reputados columnistas para dar un toque de excelencia a la marca. Las famosas españolas  fueron destapándose en sus portadas y se hacía público el cheque/caché que cada una había cobrado.


El éxito de interviú promovió la edición de numerosos productos similares: Lib (1976.Grupo Zeta) fue una revista muy popular que introdujo las secciones de contactos y en la que Susana Estrada respondía a un consultorio sexológico.

Frente a esta versión popular que representaba Lib comenzaron a publicarse las versiones españolas de famosas revistas internacionales: Penthouse, Playboy, Lui. Las fotografías estaban muy cuidadas e iban dirigidas a ejecutivos o pretenciosos de serlo.

Aparecen también los tebeos o cómics eróticos  donde el erotismo va unido a la sátira o a la fantasía. Es cierto que se presenta a la mujer como mero objeto de consumo y, sin embargo, es verdad que a los hombres, en distintos grados, nos ha gustado verlas. ¡Con perdón!.



















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