Prim comienza su andadura en el ejército como simple combatiente y desde las primeros combates contra los carlistas demuestra una intrepidez e inteligencia poco común. Sus constantes éxitos militares le abren el ascenso a comandante. Sus propios soldados le aclamaban -al igual que a Napoleón- y para ellos era un símbolo de valor.
Prim se enemistó con el general Espartero y su gobierno a los que acusó de favorecer los tejidos ingleses al no imponerles fuertes aranceles, lo que suponía la ruina de la industria textil catalana. Más tarde la sublevación de Barcelona, a la que el gobierno de España responsabilizó de tendencias separatistas, originó el consiguiente bombardeo de la ciudad por Espartero/el regente y el desencuentro con Prim que marcha a París. Allí entra en contacto con los que conspiran contra Espartero y que deseaban el regreso de María Cristina de Borbón, los generales moderados O’Donell y Narvaez. Fracasa en un levantamiento contra Espartero pero consigue resistir en Manresa y, mientras, se produce el desembarco del general Serrano en Barcelona y Narvaez en valencia que consiguen que Espartero abandone el país.
Buscan unos objetivos democráticos y ciertas reformas sociales, pero se produce un borrón en la historia de Prim. Nombrado gobernador de Barcelona aplasta con sangre una revuelta “radical” en Barcelona que fue conocida como “la Jamancia” a la que se unieron otras poblaciones de Cataluña: Sabadell, Gerona, Figueras, Reus/su ciudad natal. Por esas acciones salvajes recibió de Serrano el fajín de general. A partir de ese acontecimiento no gozaba de simpatías en Barcelona y, sin embargo, en un acto volatinero, comenzó a defender los derechos catalanes, especialmente los económicos, con una gran vehemencia.
El general se integra en la Unión Liberal de O’Donell y emprende unas campañas militares en el norte de África con el apoyo nuevamente de sus paisanos catalanes que se presentan como voluntarios para estar bajo su mando en la toma de Tetuán. Su prestigio militar sigue aumentando y, sin embargo, su fama de sanguinario lo hace también. Durante muchos años se asustaba a los niños marroquíes con la frase “¡Que viene Prim!.
Aprovechando la guerra civil en Estados Unidos. Francia, Gran Bretaña y España deciden enviar un ejército a México para deponer al gobierno de Benito Juárez por cancelar el pago de la deuda externa. Allí va el general Prim en el cuerpo expedicionario y apoya la alternativa negociadora británica frente a la más intransigente de los franceses que deseaban acabar con la república mexicana e instaurar la monarquía con Maximiliano de Austria. Se apunta a que Prim deseaba llegar a algún tipo de acuerdo con el ministro de Hacienda de Juárez que era socio de la sociedad que originó la fortuna mexicana de la esposa de Prim y por intereses personales y/o políticos, desdeñaba la influencia de Francia en México, retira su cuerpo expedicionario y regresa a España.
Los progresistas y Prim buscan el apoyo popular y se alían con el Partido Demócrata (republicano). Desde su exilio en Londres consigue llegar a Cádiz y subleva a la escuadra de buques allí estacionada y al desembarcar es vitoreado. Sigue avanzando por la costa levantina y sublevando más ciudades.
En Figueras se había proclamado la república y, solo bajo la presión popular, acabó gritando en catalán “¡abajo los Borbones!.
En 1869 los progresistas se alían con los demócratas moderados y obtienen 165 diputados, la Unión Liberal (65), los republicanos (60) y los carlistas (30). Se aprueba una nueva Constitución aceptando la forma monárquica. Se buscó un rey para la corona española. Prusia y Francia tenían sus dos candidatos: el príncipe de Hohenzollern y el duque de Montpensier. Había otras dos candidaturas: Fernando de Coburgo (unir las coronas de Portugal y España) y el duque de Aosta/Amadeo de Saboya.
Amadeo de Saboya era el candidato favorito de Prim y solo existía una condición para coronarse que la conformidad de las principales potencias europeas. Amadeo I es el elegido para ser rey de España y cuando llega se encuentra que el general Prim, su principal valedor, ha sido víctima de un atentado (1870).
Dos carruajes de caballos obstruyeron el camino de la berlina en donde iba el general y al detenerse contempló como varios individuos rodeaban el carruaje y uno de los asesinos disparaba sobre la cara de Prim. El cochero consiguió escapar y parece ser que los autores materiales eran “republicanos” reclutados y pagados por posibles instigadores como el duque de Montpensier (financió la sublevación de Cádiz y aspirante al trono de España), el general Serrano (favorable a la casa Borbón española) y oligarcas con intereses en Cuba que temían por el acuerdo de Prim con los americanos para deshacerse de las colonias a cambio de una cantidad que embolsara nuestras arcas y no nos condujera a un enfrentamiento con la nueva potencia.
Tras el asesinato de Prim, Amadeo de Saboya renunció al trono de España y marchó a Italia.
Los autores instigadores siguen siendo un misterio y la mujer de Prim oyó en palabras de su marido la siguiente frase: “No lo sé, pero no me matan los republicanos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario