El mundo de la magia siempre ha sido y será fascinante para el ser humano. El brujo/sacerdote, conocedor de plantas, ritos, trucos y del alma humana frente al guerrero y al uso de la fuerza. El sacerdote con sus rituales sustituyó al hechicero y, ahora, los esoteristas están sustituyendo al sacerdote. ¿Por qué?. Sencillamente, necesitamos creer…
Soy un tipo realista y, sin embargo, me encanta el mundo de la magia porque me gusta el misterio y su revelación. Y esto es así…porque yo quiero “ser mago”. Me explico, el mago/ilusionista/mentalista conserva el secreto de la profesión porque su oficio es precisamente “la ilusión” y la divulgación del secreto/del truco destruye ésta. Sin embargo, sí están dispuestos a compartir los secretos con otros magos y en reciprocidad.
En España, sigo a Anthony Blake, “el Mago de la Mente” que se planteó el más difícil todavía: adivinar el número que resultaría premiado en el Sorteo de la Lotería Nacional del 22 de diciembre de 2002.
Escribió su predicción y guardó el número del futuro premio en la primera página interior de su libro “Tu poder intuitivo”. El libro quedó guardado en una caja de madera y la caja en una urna de cristal expuesta al público y vigilada las 24 horas del día por una cámara.
El día del sorteo, los niños de San Ildefonso cantaron “el gordo”, el 08.103, premiado con dos millones de euros. Al abrirse la urna, el número coincidía.
Por supuesto que un buen mentalista debe cuidar el escenario, el vestuario, las palabras y conseguir que el público dude con la idea que, quizás allí hay algo más que truco. Lo que no puede nunca es ampararse en poderes sobrenaturales como manifestó Uri Geller.
El ilusionismo es una diversión maravillosa que, además, nos enseña a desconfiar de lo que vemos, pues la percepción de las personas es distinta. Y es que, como apunta Anthony Blake, “Todo fue producto de su imaginación”.
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