viernes, 18 de mayo de 2018

Pablo e Irene quieren vivir en el campo

En votantes y simpatizantes de la formación morada no ha sentado nada bien la compra de un chalé valorado en más de 600.000 euros por parte de Pablo Iglesias e Irene Montero. Nadie - ni la derechona- denuncia que haya nada turbio respecto al origen del dinero, lo que se critica es la falta de coherencia frente al discurso mantenido por el líder de Podemos y el temor a que un nuevo Felipe González entre en nuestras vidas. Nadie les pide un voto de pobreza, pero sí de coherencia.


El alcalde Cadiz, Kichi ha señalado: “La idea no es parecernos a la casta, es no ser como ellos porque vinimos a desalojarlos a ellos después de que hubieran estado desahuciando a nuestra gente. Se trata de parecernos al pueblo que nos eligió y al que seguimos siendo leales.”

El que escribe este blog he defendido a Pablo cuando le han criticado injustamente y han sido múltiples veces. Sin embargo, he sido muy crítico cuando por intereses “estratégicos” ha sido veleta y ha cambiado su discurso genuino y primerizo. Siempre he admirado las figuras de Julio Anguita y Marcelino Camacho/Josefina como ejemplos de coherencia entre su vida personal y la pública. Desgraciadamente, algo que nunca ha valorado el pueblo español que ha votado a Felipe, Aznar, Zapatero y Rajoy con una corrupción terrible dentro de sus respectivos partidos políticos. 

Ahora le recuerdan a Pablo Iglesias su crítica a  De Gindos por comprarse un ático de 600.000 euros. En estos momentos, la pareja añade una coletilla muy importante, "aquella compra era para especular y no como vivienda habitual." Algo que es verdad pero el problema es que todos queremos más y más, mil veces más y uno se hace amigos en la Trilateral como el $ocialista Felipe González, encanto y desencanto de mi generación.

El discurso jacobino de Pablo Iglesias - populista para algunos, cierto personalmente -, encerraba mucho de incorrecto políticamente pero los seres humanos somos esclavos de nuestras palabras y gestos y, por supuesto, debemos saber que ser valientes implica enfrentarse a degüello con el enemigo que te espera. 

Ese no es el caso desde las críticas de sus bases. Nadie les pide explicación por qué “les gusta la montaña” y van a pagar 800 euros cada uno de mensualidad”. Habla claro y apunta: “Hago limpia mi Declaración de Hacienda y en el año 2016 declaré unos ingresos de 58.398 euros como empleado y 49. 299 como autónomo. Disponía de un saldo de más de 100.000 euros de ahorro en ING Direct y unido al dinero de mi compañera nos sale una pasta gansa, obtenida honradamente. Es más, “creo que si dejara la política podría vender biblias por las casas y llegar a ser director comercial de cualquier editorial”.

Las críticas de la derechona van por otro lado. No soportan un hombre de izquierdas que tenga suficiente talento para enriquecerse por sí mismo y no a través de la cuna familiar.
Critican la falta de coherencia, con razón, de Pablo Iglesias y omiten, entre cientos de casos, la venta masiva de viviendas sociales de Madrid a varios fondos buitre durante la alcaldía de Ana Botella y la presidencia de Esperanza Aguirre o el caso de un alto cargo de la Agencia Tributaria que disfruta “provisionalmente” de una vivienda oficial (que pagamos todos los españoles) de 364 m2. 

Un consejo a Pablo e Irene “Hay que vivir como se piensa o terminarás pensando tal como vives” y sin engañarse uno mismo, escuchemos la letra de una canción de Joan Baptista Humet: “Y ahora acabemos de ser sinceros, que a mí también me mueve el dinero y la vanidad”.