viernes, 21 de junio de 2019

Eric Clapton y ‘Lágrimas en el cielo’


‘Lágrimas en el Cielo’, en inglés ‘Tears in Heaven’, es una balada escrita por Eric en memoria de su hijo Conor, quien murió el 20 de marzo de 1991 al caer del piso 53 de un rascacielos en Manhattan, Nueva York, a los 4 años y medio de edad.​ Escrita 9 meses después del deceso, se transformó en uno de los temas de más éxito del músico británico.




La tragedia tuvo lugar una mañana que Lory del Santo, la madre de Conor, junto al niño habían ido a visitar a Clapton a Nueva York para pasar un tiempo en familia, aunque la pareja ya estaba separada.

Clapton, que estaba poco presente en la vida del niño, se había propuesto fortalecer la relación padre e hijo. El día anterior al fatal desenlace, Eric y Conor lo recuerdan como uno de los días más felices en la vida de su hijo. Ambos, padre e hijo se sintieron muy felices.

El músico había permanecido distanciado del niño, confesó que las adicciones a las drogas y el alcohol habían sido lo prioritario en su vida. Una existencia marcada por problemas en su infancia y adolescencia.

Este guitarrista, cantante y compositor de rock y blues compuso este tema que nos ha tocado el corazón a todos los padres que hemos perdido un hijo.

Recordemos sus versos: ¿Sabrías mi nombre si te viese en el cielo? / ¿Sería lo mismo si te viese en el cielo? / Debo ser fuerte, y seguir adelante. / Porque sé que no encajo aquí en el cielo".




martes, 11 de junio de 2019

Caso Alcàsser, asesinatos encubiertos por las cloacas del Estado


Este viernes 14 de junio Netflix estrena el documental “El crimen de Alcàsser”, cuatro capítulos con una revisión actualizada de los asesinatos de Miriam, Toñi y Desirée que un 13 de noviembre de 1992 fueron violadas y torturadas hasta la muerte. Según la versión oficial, por dos delincuentes comunes llamados Antonio Anglés y Miguel Ricart.


El caso tuvo una enorme repercusión mediática y el caso se tapó deteniendo a “dos perejiles” - en el argot policial -, dos delincuentes de poca monta.

Fernando García (el padre de Míriam) cambió de abogados y tuvo acceso al sumario del caso. Las supuestas deficiencias en la recogida y análisis de las pruebas del crimen llevan a García, aconsejado por el periodista y criminólogo Juan Ignacio Blanco, a cuestionar el trabajo de la Guardia Civil, los forenses y los jueces.



Juntos desarrollaron una teoría alternativa, según la cual Anglés y Ricart eran unos delincuentes comunes que seguían las órdenes de una banda organizada de asesinos, entre los que podrían encontrarse productores de vídeos snuff o personas poderosas. Desde su punto de vista, Ricart solo se habría encargado de enterrar los cadáveres, a las que se les habría dado muerte en otro lugar no determinado, mientras que Anglés habría sido asesinado y enterrado para evitar que delatase a los verdaderos culpables.

El forense Luis Frontela, en una segunda autopsia demandada por la familia, llevó a cabo un estudio del ADN de los pelos que se encontraban en los cadáveres y en su ropa y desveló que podrían identificar a los autores de las muertes y que pertenecerían, al menos, a cinco personas distintas. Otros pelos se descartaron porque se encontraban dañados y no pudieron analizarse.

Durante el juicio, Luis Frontela argumentó que los forenses valencianos procedieron de forma incorrecta en la primera autopsia y les acusó de haber provocado una pérdida de presuntas pruebas para identificar a todos los posibles asesinos.

En octubre de 1997, Juan Ignacio Blanco afirmó en una entrevista a la Revista de Gandía que el fiscal del caso, Enrique Beltrán, y el entonces ministro del Interior, José Luis Corcuera, habían dado instrucciones para que las autopsias de las muchachas no se practicasen correctamente, con el fin de encubrir a los verdaderos asesinos.



El abogado Rodíguez Menéndez, señalado como conocedor directo de las cloacas del Estado apunta algunos detalles sobre el caso.