miércoles, 27 de julio de 2016

El Papa Francisco y las ‘Confesiones de un gángster económico’

Estoy leyendo “Las confesiones de un gángster económico” y en uno de los capítulos narra un encuentro con unos jóvenes indonesios que le exponen: “No tiene más que leer a uno de sus propios historiadores. El británico Toynbee. Allá por los años cincuenta predijo que la auténtica guerra del próximo siglo no estaría entre comunistas y capitalistas, sino entre cristianos y musulmanes(…) . “La historia demuestra que la fe, lo espiritual, la creencia en un poder superior, es esencial. Nosotros los musulmanes la tenemos”. Sin embargo, John Perkins - el autor del libro  - aún considerando que el concepto de una guerra santa mundial era inquietante, “cuanto más lo pensaba más me convencía de su posibilidad. Sin embargo, me parecía que, caso de producirse la yihad, ésta no sería tanto de musulmanes contra cristianos como de los usuarios de los recursos /los favorecidos contra los proveedores de las materias primas/desfavorecidos, aunque la ideología religiosa sirviera de avanzadilla para ocultar el auténtico problema de injusticia social”.



Al cabo de una rato, ojeo el periódico que me informa que el Papa Francisco ha llegado hoy a Cracovia (Polonia) y ha afirmado que “el mundo está en guerra porque ha perdido la paz", pero ha aclarado que no se trata "de una guerra de religiones" , "Hablo en serio de guerra, una guerra de intereses, por dinero, por los recursos de la naturaleza, por el dominio de los pueblos. Pero no es una guerra de religiones, porque todas las religiones quieren la paz".


“Los gángsteres económicos son profesionales generosamente pagados que estafan billones de dólares a países de todo el mundo. Canalizan el dinero del Banco Mundial, de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) y de otras organizaciones internacionales de «ayuda» hacia las arcas de las grandes corporaciones y los bolsillos del puñado de familias ricas que controla los recursos naturales del planeta.

Entre sus instrumentos figuran los dictámenes financieros fraudulentos, las elecciones amañadas, los sobornos, las extorsiones, las trampas sexuales y el asesinato. Ese juego es tan antiguo como los imperios, pero adquiere nuevas y terroríficas dimensiones en nuestra era de la globalización.

“Lo sé porque yo fui uno de ellos”, confiesa el escritor.


El autor denuncia el asesinato de Jaime Roídos, presidente de Ecuador, y Ornar Torrijos, presidente de Panamá a manos de sicarios contratados por la CIA. Sus aviones se estrellaron, pero no se trató de un hecho fortuito sino motivado por la oposición de ambos a la cofradía de dirigentes empresariales, gubernamentales y financieros que persigue un imperio mundial (la llamada globalización). Los gángsteres económicos no les doblegaron y se llamó a los verdugos para que todo pareciera un accidente.

"Si nosotros titubeamos, entra en acción un tipo de gángster más funesto, el chacal. Y si el chacal fracasa, el trabajo pasa a manos de los militares".

El pasado nos ha enseñado que, o cambiamos de rumbo, o tenemos garantizado un final trágico. Los imperios nunca perduran. Todos han acabado muy mal. Todos han destruido culturas en su carrera hacia una dominación mayor, y todos han caído a su vez.

Yo, añado, el que derrota al Imperio acaba convirtiéndose en otro Imperio y cometiendo las mismas tropelías que el anterior. Es el eterno círculo…

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