viernes, 3 de marzo de 2017

La Semana Trágica de Barcelona

La semana comprendida entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909 estuvo marcada por violentos acontecimientos ocurridos en Barcelona y otras localidades catalanas. Las protestas se  desencadenaron ante el decreto del primer ministro Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos, una decisión arbitraria, ya que la mayoría de estos reservistas eran padres de familia de las clases obreras.


La legislación de reclutamiento permitía quedar exento de la incorporación a filas o consiguiendo que fuera otra persona en su lugar a cambio de dinero, o mediante el pago de un canon que no estaba al alcance del pueblo. Así, a ”los denominados soldados de cuota” se les eximía de realizar el servicio militar en España y eran los jóvenes pertenecientes a familias de clases acomodadas las que se libraban efectuando el pago en la Caja del Estado de las cantidades estipuladas. 

Esta situación creó un profundo malestar y animadversión hacia el Ejército, la Iglesia y la Monarquía de Alfonso XIII que llegó a su culminación en el Puerto de Barcelona, el 26 de julio de 1909, cuando una expedición de soldados reservistas, muchos de ellos ya casados y con familias a su cargo –familias que quedaban en la indigencia - se disponían a embarcar con rumbo a Melilla.

Los hijos de la burguesía catalana y los del resto de España no morían en acto de servicio a la patria y, así, algunos soldados arrojaron al mar los escapularios y medallas que varias aristócratas barcelonesas les habían entregado antes de subir al barco que les trasladaba a África. Hombres y mujeres gritaban desde los muelles:¡Abajo la guerra! ¡Que vayan los ricos! ¡Todos o ninguno!.


Los gritos acallaron los sones marciales de las músicas militares, y desde el puerto, las protestas se fueron extendiendo de inmediato por toda Barcelona. Una manifestación encabezada por mujeres y niños fue disuelta a tiros y a partir de entonces la revuelta se transformó en insurrección. Las masas incontroladas, comenzaron a hacerse dueñas de las calles con profusión de incendios- sobre todo de iglesias y conventos produciéndose saqueos y profanación de cadáveres. En estos actos tuvieron una participación muy destacada los seguidores del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux (que en esos momentos estaba exiliado), una de cuyas señas de identidad era el violento anticlericalismo y la demagogia al más alto nivel como la historia ha demostrado.

El Gobierno decretó el estado de guerra, pero la situación se agravó, al día siguiente, 27 de julio, cuando se conoció la masacre producida entre los soldados españoles en las vaguadas del monte Gurugú, conocida como el Barranco del Lobo (próximo a la ciudad de Melilla), siendo los españoles cogidos entre dos fuegos por los rifeños que ocupaban las alturas, saldándose la operación con cientos de cadáveres. Estos sucesos que, demostraron la incompetencia de los generales españoles, atizaron, aún más, el fuego revolucionario en la ciudad lo que ocasionó enfrentamientos armados entre los revolucionarios, la policía y el Ejército.


Se formaron juntas revolucionarias y el miércoles, 28 de julio llegan refuerzos militares de Zaragoza y Valencia. Del jueves, 29 de julio, al domingo 1 de agosto los soldados van ocupando la ciudad, mientras el movimiento insurgente pierde fuerza a medida la rebelión no estaba siendo secundada en el resto de España. El gobierno Maura inicia de inmediato, el 31 de julio, una represión durísima y arbitraria. Hay cinco personas condenadas a muerte: Josep Miquel Baró, un nacionalista republicano ejecutado el 17 de agosto de 1909 en el castillo de Montjuic, como los otros cuatro; Antonio Malet Pujol, un republicano lerrouxista, ejecutado el 13 de septiembre; Clemente García, el joven discapacitado mental que había bailado con el cadáver de una monja por las calles de Barcelona, ejecutado el 4 de octubre; Eugenio del Hoyo, un ex guardia civil y guardia de seguridad; y el más conocido de todos ellos Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista cofundador de la Escuela Moderna. Además se clausuraron los sindicatos y se ordenó el cierre de las escuelas laicas.


El gobierno Maura creyó, en principio, tener dominada la situación política. Sin embargo, la condena a Ferrer Guardia y la brutal represión ejercida menoscabó a nivel internacional la imagen de España. La protesta internacional por el “caso Ferrer” fue aprovechada por el Partido Liberal para promover una campaña con los republicanos al que, posteriormente, se añadiría el PSOE, para derribar al gobierno conservador de Maura.

Francisco Ferer Guardia

La clase obrera demandaba una mejor educación, considerando que  a partir de una mejor instrucción podrían elevar su nivel cultural y optar por mejores trabajos y salarios, pero  la educación escolar estaba desde 1851 condicionada por el concordato entre España y el Vaticano, y la iglesia ostentaba prácticamente el monopolio de la educación en España.

Ferrer Guardia, pedagogo libertario y librepensador, recogió la tradición moderna iniciada por Rousseau en el siglo XVIII —contraria a la autoridad y a la cosmovisión religiosa—, para adaptarla al anarquismo y el librepensamiento que florecía en las ciudades industriales. Así, desarrolló su proyecto educativo en Barcelona, inaugurando en 1901, la Escuela Moderna, en la línea de la pedagogía libertaria que le acarreó la enemistad con los sectores conservadores y con la Iglesia católica, que veían en estas escuelas laicas una amenaza a sus intereses, como dueños en exclusiva de la educación en España.

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