lunes, 10 de julio de 2017

El miedo a la muerte implica miedo a la vida

He referido en otro comentario de blog (con fecha 16/06/17) que descubrir a Emilio Carrillo ha supuesto para mí una experiencia vivencial muy interesante y reconfortante. Nos trae - a los que deseamos escucharle – una buena nueva: "la muerte no existe". Algunos dirán: "eso no es tan nuevo, muchos lo dicen aunque ninguno lo demuestre". Emilio nos cuenta su experiencia personal cercana a la muerte y múltiples argumentos que, personalmente, me convencen. Por supuesto, a otros muchos no convencerá y es que "cada uno es cada uno y cada uno tiene su corná".


Emilio Carrillo, en una conferencia ofrecida el 16 de abril de 2016 en Barcelona, nos cuenta los pasos que suceden cuando desencarnamos. El coloquio llevaba por título: ‘El tránsito, ¿qué sucede cuando morimos?
Hay miedo a la muerte, nadie quiere hablar de ella. Los escépticos nos preguntamos: ¿Alguien ha regresado para explicarnos qué sucede en el más allá?. Nos hacemos la pregunta y, a su vez, nos damos la respuesta: “No, de forma rotunda e inequívoca’.

Sin embargo, sí hay fuentes que nos hablen del tema:

 A) La cantidad de experiencias cercanas a la muerte compartidas en grandes magnitudes. Un estudio del instituto Gallup recoge la experiencia de 500.000 estadounidenses. Muchas voces tratan de dar una explicación a través de reacciones neuronales y químicas que produzcan esas fantasías. Sin embargo, la experiencia de Emilio y otras muchas personas es que fueron capaces de ver y oir a médicos y enfermeras en el mismo momento de la operación. Emilio incluso fue capaz de ver a unos seres de luz que iban a recoger a su tía María. Cuando salió del hospital se lo comentó a su mujer y ésta le dijo: “No queríamos decirte nada, en tu estado, pero tú entraste a la UCI a las 12:30 y tu tía María murió a las 14:15”. 

B) Esas personas que son capaces de ver a los desencarnados, aunque se los tome por locos como el personaje del niño en la película ‘El sexto sentido’.

C) Los textos de sociedades antiguas como ‘El libro tibetano de los muertos’ en su traducción comercial y que originariamente se denominó: ‘El libro del estado intermedio’ en donde nos habla de la fase correspondiente al  ‘tránsito’. Otras civilizaciones, como la egipcia, nos hablan de la barca de Caronte, para pasar a la otra orilla, etc. 

El yo físico, mental y emocional sí muere/el coche o el abrigo. Sin embargo, el conductor/ “nuestro yo de luz” nunca. Las personas que han vivido la experiencia cercana a la muerte han perdido el miedo a ésta y su vida en el plano terrenal cambia de una manera muy importante.

Hay tres fases en el proceso de la muerte:

A) El pre tránsito. La muerte física la hemos elegido nosotros en otro plano. No es casualidad. Hemos elegido el cuándo y el cómo. La pregunta que nos hacemos: ¿Quién va a elegir una muerte trágica y dolorosa?. Normalmente, no suele ocurrir como un estado vivencial propio sino que sirve para poner paz en diversos ámbitos. Es una sacudida muy fuerte para los seres queridos que permanecen aún en este plano y se les impulsa a una toma de conciencia que aún no tienen y a una misión. Un hombre enfermo de cáncer terminal no se relacionaba con los hijos y, a causa de esto, su matrimonio estaba muerto. La enfermedad fue motivo para que toda la familia volviera a unirse.

Alguien se pregunta: ¿Las 275.000 personas que murieron en Haití también tenían todos la misma misión?. Pues sí, provocar un acontecimiento que "pare el mundo" para que nos hagamos preguntas. En el Universo hay 700 millones de galaxias con X millones de estrellas. Además, la ciencia nos habla de multiversos. Todo da vueltas y gira en perfecta sincronía. Todo encaja y "Dios no juega a los dados". 

B) El tránsito. Hemos salido del coche y cada uno hemos llegado con nuestro propio estado de conciencia que ha evolucionado según hemos afrontado nuestras experiencias en el mundo físico. Para acceder al plano de luz necesitamos dos requisitos: a) aceptarlo. No siempre el desencarnado "se da cuenta" o "lo acepta" y, entonces pasamos al vestíbulo (para la Iglesia Católica es el Purgatorio) hasta que las experiencias allí te hagan aceptarlo. Un buen ejemplo está en la película 'El sexto sentido' cuando Bruce Willis no acepta, al principio, que está muerto en el plano físico y genera un doble astral para seguir en el mundo físico. Las dos causas de no aceptación son "el miedo" y "los apegos". Es el ejemplo de la cometa que tiende a ir al cielo pero los hilos (apegos) la sujetan. Pueden ser apegos de placer (el sexo) o apegos de sufrimiento (nuestros seres queridos que permanecen en el mundo físico). Hay que desechar la idea del purgatorio como un espacio de expiación de pecados. La Creación no juzga, solo recrea nuevas reencarnaciones como experiencias vivenciales elegidas por nosotros mismos.

Cuando te das cuenta y aceptas la muerte física llegas al plano de luz. Ves la vida física que has dejado atrás de una manera íntegra, en la instantaneidad y te das cuenta que todo encaja, hemos vivido experiencias que abren puertas a otras experiencias y te das cuenta que estás acompañado de seres de luz (suelen ser tus seres queridos desencarnados) y guías espirituales. A través del túnel de luz llegas al pos tránsito.

C ) El pos tránsito. Tenemos dos opciones que con el libre albedrio decidimos tomar: a) percibirte como una identidad, b) no percibirte con identidad alguna. Al hablar de identidad no nos referimos al hecho de una presencia física, te ves como un alma o como “un algo”. Alma que ha hecho pactos con otras almas en las sucesivas reencarnaciones y que desea volver a reencarnar. Suele ser la elección mayoritaria de los desencarnados. La segunda opción o minoritaria es la experiencia de "no ser Nada ya que te percibes como un Todo" o con la Totalidad. Son los famosos 144.000 que el cristianismo recoge en la parusía y que por su elevado nivel conciencial pueden también reencarnarse para potenciar el crecimiento experiencial de los menos elevados.




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