viernes, 14 de julio de 2017

Leonid Afrémov, un pintor que invita a la emoción

He conocido, casi por casualidad, la obra artística de Leonid Afrémov, un pintor impresionista moderno ruso-israelí que trabaja esencialmente con espátula y una paleta de colores muy variada donde destacan los tonos rojos y amarillos brillantes.


Sus pinturas generalmente refieren paisajes, escenas urbanas, flores, marinas y retratos coloreados vívidamente que son reflejos de recuerdos y emociones personales que intenta atraer al espectador a sentir lo que él ha vivido a través de la pintura. En mi caso, lo ha conseguido.


En los 80 comenzó a trabajar de forma autónoma en colegios y koljoses diseñando propaganda comunista, pero a causa de sus raíces judías no se le permitió pertenecer a las asociaciones de artistas locales ni participar en las exposiciones gubernamentales. En 1990 se traslada a Israel abandonando la ciudadanía soviética por la israelí. Allí también es discriminado, esta vez, por ser inmigrante ruso.

En 1993 se mudó a Asdod, ciudad con importante población inmigrante rusa y allí consiguió abrir su propia galería y tienda de marcos. En esta época pintaba casi exclusivamente óleos a espátula, adquiriendo su estilo artístico único. Se hizo amigo del músico de jazz Leonid Ptashka, quien animó a Afrémov a pintar una serie de retratos de músicos de jazz populares.


La galería fue atacada en varias ocasiones y decidió marchar a los Estados Unidos, aunque, actualmente, reside en México.

El sueño de la mayoría de los pintores en el mundo es que su trabajo sea expuesto alrededor del mundo, en galerías de arte y museos famosos. Pero no en el caso de Leonid Afremov; es conocido principalmente por ser un artista autodidacta que presenta, promueve y vende sus trabajos a través de internet con muy pocas participaciones y exposiciones en galerías. La riqueza temática de sus cuadros es impresionante: músicos, bodegones, paisajes urbanos y naturales, estaciones climáticas, el amor, los trenes, etc.




'El último tren'

No hay líneas distintas y vemos el contorno vago del tren con vapor que sube, adelante y alrededor de él. No está muy claro el significado del último tren. Quizás, ese último tren refleja el romanticismo de lo retro frente a la funcionalidad actual.


Las imágenes de fondo apenas se ven, pero podemos reconocer la vieja arquitectura sustancial de alguna gran ciudad. Los colores dorados dominan en la pintura anunciando así un manifiesto a la Edad de Oro de belleza y calma. Un ferrocarril tranquilo que no pretende rivalizar con las agujas del reloj que aparece en primer término del lienzo.

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