martes, 6 de octubre de 2015

Picasso y la bohemia de París

Creo que no podemos hablar de la importancia de París en la vida y obra de Picasso sin referirnos previamente a Barcelona y sus visitas a la cervecería Els Quatre Gats, insignia de la bandera modernista en la Ciudad Condal. En ese ambiente, el genial pintor/escultor/ceramista entra en contacto con el pensamiento anarquista, la problemática social y el conocimiento de las vanguardias artísticas/impresionismo. El deseo de profundizar en dichas vanguardias y su gran amistad con Carlos Casagemas les conducen a París.


El pintor catalán Isidre Nonell les dejó su estudio en el barrio de Montmartre. Ambos amigos visitan, en 1900, la capital francesa para asistir a la Exposición Universal, donde se exhibía una obra del pintor malagueño, “Últimos momentos”, actualmente desaparecida.

En Montmartre frecuentó a un grupo de pintores y poetas que alumbrarían a París como capital cultural del mundo y gestarían las vanguardias artísticas: Juan Gris, Braque, Matisse, Modigliani, Max Jacob, Apollinaire, etc. El poeta Apollinaire dio a conocer a Picasso, que tras transitar por sus periodos azul (1901-1904) y rosa (1905-1906) se adentraría en el cubismo.

Hay una primera etapa influido por los impresionistas: Van Gogh, Monet, Manet, Degas, Renoir, Toulouse Lautrec y esa guía se nota en obras como “La espera (Margot)” o “Bailarina enana”. El joven Picasso, con veinte años, debe buscarse el sustento y encontró en las ilustraciones de la prensa parisina un medio para obtener algún dinero.


                                         La espera (Margot)            Bailarina enana

Su periodo azul - triste y melancólico - viene marcado por el suicidio de Carlos Casagemas, quien enamorado de Germaine, una de las amantes  ocasionales de Picasso que posaba habitualmente para él, le rechazó y en su obsesión, después de disparar y fallar sobre la chica, no dudó en pegarse un tiro en la frente. 

El suicidio de su amigo causó una honda pena en Pablo quien comenzó a pintar de una manera prolífica. Como homenaje a su compañero pinta, entonces, “El entierro de Casagemas”, un cuadro alegórico que recuerda al Entierro del Conde de Orgaz, del Greco (su pintor favorito del Museo del Prado en su estancia en Madrid) en esa división del espacio entre tierra y cielo, cuerpo y espíritu. Es este lienzo muestra su paso al denominado período azul, un estilo en donde manifiesta la soledad de sus personajes aislándoles y, a su vez, alargando las figuras hacia la búsqueda de un “cielo”.


                                                 Picasso                            El Greco

 Decide regresar a Barcelona y allí frecuenta los burdeles que le sirven también de fuente de inspiración para sus cuadros y, así, retornará a los lupanares parisinos con una experiencia probada y contrastada. Todo ello formaba parte de la vida bohemia que producía personajes excéntricos, ruptura con la tradición, amor al arte alejándose de la comodidad y el materialismo, oposición a las normas establecidas (el genio nunca imita la realidad: es libre, al darse sus propias normas) y “un enfrentamiento a la burguesía”.

De hecho los barrios de Montmartre y Montparnase dejaron de ser simples colinas para los pobres para funcionar como imán de las mentes más despiertas del mundo y los burgueses desearon vestirse de bohemios para seguir viviendo como burgueses, de la misma manera que muchos bohemios terminaron viviendo como burgueses. Como dice el tango: “en un mismo lodo, todos manoseaos”.

En 1904 regresa a París y entabla amistad con Apollinaire, poeta y precursor del surrealismo con el que estableció una relación muy cercana. Ahora, en Montmartre, los artistas del circo y los saltimbanquis van dando paso de la época azul a la rosa: colores pastel, tonos cálidos, líneas suaves y delicadas. Los temas son más alegres aunque subyace la inquietud existencial y la melancolía de su época azul. Hay muchas referencias al mundo zoológico y del circo. Pintó máscaras, arlequines, domadores, acróbatas y payasos. El cuadro “La familia del Saltimbanqui” es representativo de esta época rosa.


                                                  La familia del Saltimbanqui

El descubrimiento del arte africano y el primitivismo ibérico (dama de Elche) dio un nuevo empuje a uno de los cuadros en los que estaba trabajando “Las señoritas de Aviñón” y también ejerció una considerable influencia sobre su trabajo escultórico. Hablamos de un protocubismo como punto de partida para que Braque y Picasso acabaran formulando el cubismo en 1908.

“El cubismo fue un corte radical en la historia del arte que inspiró al resto de las vanguardias artísticas al abandono del ilusionismo pictórico, rechazando la descripción naturalista en beneficio de composiciones de formas abstraídas de la percepción convencional, jugando con el campo tridimensional y la estructura de las superficies”. Entre los seguidores más conocidos del cubismo debemos señalar a Juan Gris.


                                                       Las señoritas de Aviñón

En 1908 se inició lo que denomina período verde de Picasso: los bodegones que pintó en esa época muestran una estilización formal que se debe, posiblemente, a la aplicación de los postulados cezanescos, según los cuales las formas debían reducirse a conos, cilindros y esferas. Esta esquematización geométrica no lleva consigo una pérdida de corporeidad en los objetos representados, por lo que puede hablarse de un relieve plano. En este año completó “Tres mujeres”, donde las influencias africanas de los primeros estudios del cuadro se diluyen en el nuevo estilo del período verde.

El público y la crítica no aceptan el cubismo pero sí un grupo selecto de coleccionistas encabezado por Gertrude Stein y Serguéi Shchukin que compran sus cuadros.  Picasso se fue distanciando de la bohemia en la que vivía antes de la guerra; su vida personal era más tranquila, aunque se le podía ver vestido elegantemente en cócteles o comiendo fuera acompañado de Olga, vestida de Coco Chanel. Su vinculación a los Ballets Rusos y a los marchantes Léonce y Paul Rosenberg le proporcionó una atención más favorable de la crítica y una mayor visibilidad. Así, desde su matrimonio con Olga y el nacimiento de su primer hijo, Pablo Picasso disfrutaba de una vida familiar, llevaba una vida social muy activa, alternando con la aristocracia y la intelectualidad parisina. La crítica alababa sus logros artísticos

En 1925 pintó “La danza” que constituyó el inicio del periodo surrealista de Picasso, entre 1925 y 1938. Antítesis de sus dibujos clásicos sobre la danza, el carácter expresionista del cuadro simbolizaba la creciente irritación de Picasso con las mujeres en general, creía que Olga le estaba destruyendo, al igual que Germaine con Casagemas. Breton declaraba a Picasso como modelo de pintor y lo reclamaba como surrealista.

                                                                         
                                                                         La danza

En 1937 se produjo el bombardeo sobre civiles en la localidad de Guernica por parte de la alemana Legión Cóndor a petición de Franco. Picasso se inspiró en este hecho para desarrollar el mural del pabellón de la Segunda República, y crea el famoso “Guernica” que está ubicado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid. El lienzo se expuso, finalmente, en el Pabellón de España  en una Exposición Internacional. El cuadro simboliza todo el horror de la guerra y la tragedia de la muerte de muchas víctimas inocentes. Otro manifiesto pictórico en contra de la guerra fue “La paloma de la paz” (1949) recibiendo el premio internacional de la paz en 1955.


                                                                El Guernica

Al concluir la II Guerra Mundial, Picasso se afilia al Partido Comunista Francés y esta decisión enemista a Bretón con Picasso y es, quizás, el preludio a la ruptura violenta entre los surrealistas y el comunismo. 

Picasso cuando se enamoraba era sumamente posesivo y celoso y Fernande Olivier, una de sus primeras amantes, le describió muy bien: “Picasso parecía amar aquello para lo que no estaba hecho, aquello que era diferente a él: los gitanos, las corridas de toros, los cabarés turbios, los payasos y el mundo del circo; amaba y se sumergía con delicia en todo aquello que tenía un color local violento”

Una película que deseo comentar, espero hacerlo en breve, es “Midnight in París” de Woody Allen. Aquí encontramos a un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) que llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (Hemingway, Scott Fitzgerald, Matisse, Degas, Buñuel, Dalí, Picasso) y es que Siempre nos quedará París








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