Arthur Miller (Nueva York.1915-2005). Su padre era un próspero empresario textil que acabó arruinado con La Gran Depresión de 1929. Este dato influyó en su personalidad y modo de vida. Trabajó en un almacén para poderse costear el acceso a la Universidad donde estudió periodismo. En 1947 obtiene su primer éxito teatral con la obra: “Todos eran mis hijos”, una denuncia del cinismo de las empresas armamentísticas/basada en un acontecimiento real.
En relación al éxito de Muerte de un viajante (Premio Pulitzer y reconocimiento mundial) el autor declaró: “Jamás imaginé que adquiriría el éxito que ha tenido. Una obra sobre un vendedor que se convirtió en un mito, no sólo en los Estados Unidos, sino en muchas otras partes del mundo”.
En Las brujas de Salem (1953) se sirve de un acontecimiento real del siglo XVII para atacar la caza de brujas dirigida por el senador MaCarthy de la que el mismo fue víctima; acusado de comunista tuvo que declarar ante el Comité de Actividades Antiamericas.
En Panorama desde el puente (1955) aborda el drama de los inmigrantes ilegales y como en toda su obra el drama social, familiar y personal está íntimamente interrelacionado. Su visión artística le hace heredero del naturalismo.
Miller es conocido por su intenso activismo político y social. Arremetió contra la deshumanización de la vida estadounidense; se aproximó al marxismo criticándolo más tarde; se opuso activamente a la caza de brujas de McCarthy y denunció la intervención de Estados Unidos en Corea y Vietnam. En los últimos años de su vida mantuvo una posición escéptica de la política.
La anécdota y paradoja de su vida es el matrimonio con Marilyn Monroe. Un tipo de mujer que no parece casar mucho con la personalidad de Miller, excepto que - al margen de su belleza - la contemplara como uno de esos personajes rotos que rescató de la vida real. Escribe para ella el guión de la película Vidas rebeldes, llevada al cine por John Huston, contando con Montgomey Clitt y Clark Gable como protagonistas masculinos.
“La tragedia de Willy Loman/el viajante está en que dio su vida, o la vendió, para justificar que la había desperdiciado”, escribió Arthur Miller, quien, a propósito de la triste vigencia de esta obra, dijo en cierta ocasión: “El que siga habiendo tantos Willy en el mundo se debe a que el hombre se supedita a las imperiosas necesidades de la sociedad o de la tecnología aniquilándose como individuo…”
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