jueves, 4 de junio de 2015

Un bar con aire de tren

En Madrid hay un bar desde el que ver pasar el paisaje. Es un local estrecho y alargado que parece un vagón añejo, forrado de madera oscura y asientos de cuero marrón, cuya peculiaridad es que, en vez de cuadros, tiene grandes pantallas en las que se proyecta un paisaje a la fuga, dando la extraña sensación de que uno, además de en otro tiempo, viaja en un tren en movimiento, quién sabe hacia dónde.


Al decorador le encanta crear experiencias y sensaciones, jugar con los sentidos y les comunicó a los propietarios. ‘aquí no tenéis un bar, tenéis un tren’. Y dio en el clavo. El resultado es antiguo, pero no vintage. The Passenger tiene más bien un rollo años 20 pero hecho ahora, con materiales nuevos y no desgastados”.


No es lo mismo viajar de día que viajar de noche. Por las tardes en The Passenger suena jazz y soul, se ofrece el café de Toma Café (una tienda de la cercana calle Palma que para los conductores de este tren tiene la mejor calidad de la ciudad) y comida como la que habría en un vagón-cafetería pero con productos frescos y de calidad: molletes con jamón ibérico, salmón, etc, además de algunos snacks como los nachos. De noche predominan las copas de calidad (“aquí no conseguirás una resaca infernal”) y una pequeña, aunque selecta, carta de cervezas; la música se pasa entonces al rock desde los 70 a la actualidad.

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