miércoles, 30 de diciembre de 2015

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados

Siempre me gustaron las Bienaventuranzas porque suponían un consuelo y un premio a mantenerse firme en la integridad de lo más profundo del ser. ¿Y si todo fuera una mentira?. Siempre nos quedará esa duda.


La bienaventuranza es una felicitación a las personas que mantienen una actitud grata a los ojos de Dios. En la Biblia es una exhortación a seguir los caminos del Padre y, sin embargo, evolucionó del Antiguo al Nuevo Testamento.

En el Antiguo Testamento el seguir los dictados de Yahvé da como resultado logros de bienes materiales:  “Dichoso el que teme a Yahveh: será poderoso, bendecido, tendrá hacienda, riqueza, una esposa fecunda y muchos hijos”. Sin embargo, ese concepto va evolucionando paulatinamente hacia los bienes eternos: : “Antes del fin, no llames feliz a nadie, que sólo a su término es conocido el hombre”.

El libro de la Sabiduría (traduciones de la Biblia al griego), en referencia a la “bienaventuranza”, pone por delante la justicia al gozo de tener prosperidad. Aparecen incluso palabras hasta entonces impensadas: el hombre y la mujer estériles pueden ser “felices”, en cuanto pueden ser fecundos espiritualmente. La esterilidad, que era considerada hasta entonces una deshonra o castigo, podía ser en realidad señal de bendición: “Dichosa la estéril sin mancilla... cuando sean juzgadas las almas se verán sus frutos”.

Ahora bien, las Bienaventuranzas más conocidas son las ocho con que comienza Jesús de Nazaret el sermón del monte. En conjunto, las bienaventuranzas del sermón del monte concentraron todas las enseñanzas y el ministerio público de Jesús de Nazaret sobre espiritualidad y compasión, al presentar un nuevo conjunto de ideales centrados en el amor y la humildad en lugar de la fuerza y la imposición.

Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra esperanza será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

Así, el esfuerzo que aparece en el Antiguo Testamento por incorporar a la bienaventuranza valores distintos a los del éxito o la riqueza, tales como el valor de la justicia en la pobreza y en el fracaso, encuentra en la predicación de Jesús de Nazaret una posición tajante: los dichosos no son ya los ricos, los satisfechos o aquéllos a los que se halaga, sino los que tienen hambre y que lloran, los pobres y los perseguidos.

Antoni Gaudí incluyó la representación de las bienaventuranzas en su concepción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Las mismas figuran en las bóvedas posteriores del pórtico de la gloria, en correspondencia con sus ocho columnas interiores.


Las Bienventuranzas en Mateo

1.Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
2. Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.
3. Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.
4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
5. Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
6. Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
7. Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
8. Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. 
9. Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. 

 Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.

Las Bienventuranzas en Lucas

1. Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios
2. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis
3. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados
4. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre

Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra esperanza será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

Así, el esfuerzo que aparece en el Antiguo Testamento por incorporar a la bienaventuranza valores distintos a los del éxito o la riqueza, tales como el valor de la justicia en la pobreza y en el fracaso, encuentra en la predicación de Jesús de Nazaret una posición tajante: los dichosos no son ya los ricos, los satisfechos o aquéllos a los que se halaga, sino los que tienen hambre y que lloran, los pobres y los perseguidos.

Las Bienaventuranzas de Joan Manuel Serrat

Medio broma, medio en serio incluyo un vídeo con la letra de este cantautor catalán, español y universal que nos dejó este mensaje:

                           

Bienaventurados los necios 
que se arriesgan a prestar consejos 
porque serán sabios a costa 
de los errores ajenos. 

Bienaventurados los pobres 
porque saben, con certeza, 
que no ha de quererles nadie por sus riquezas. 

Bienaventurados los adictos a emociones fuertes 
porque corren buenos tiempos para la gente marchosa. 

Bienaventurados los dueños del poder y la gloria 
porque pueden informarnos de qué va la cosa. 

Bienaventurados los que alcanzan la cima 
porque será cuesta abajo el resto del camino. 

Bienaventurados los que catan el fracaso 
porque reconocerán a sus amigos.

Bienaventurados los castos 
porque tienen la gracia divina 
y la ocasión de dejar de serlo 
a la vuelta de la esquina. 

Bienaventurados los que aman 
porque tienen a su alcance 
más de un cincuenta por ciento de un gran romance. 

Bienaventurados los que están en el fondo del pozo 
porque de ahí en adelante 
sólo cabe ir mejorando. 

Bienaventurados los que presumen de sus redaños 
porque tendrán ocasiones 
para demostrarlo. 

Bienaventurados los que contrajeron deudas 
porque alguna vez alguien hizo algo por ellos. 

Bienaventurados los que lo tienen claro 
porque de ellos es el reino de los ciegos.

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