viernes, 20 de mayo de 2016

Blas de Otero, el poeta que buscando a Dios encontró al hombre

El poeta nace en Bilbao (1916) y estudia en un colegio de jesuitas que representa para el niño un lugar opresor frente al remanso de paz del hogar. La muerte temprana y seguida de su hermano y padre le convierten en un joven introvertido y pesimista. El tema de la muerte le conduce en gran medida a la búsqueda de Dios, sufre al no escuchar sus respuestas y esto le lleva a cierto existencialismo, pero en la última etapa de su vida encontrará lo social. Su búsqueda de un “tú” con el que dialogar había fracasado. No obstante, encontró una manera de mitigar su soledad: el encuentro con los otros, ser hombre entre los hombres. Así apareció el “nosotros” en su poesía y, casi seguro, el mejor diálogo con Dios.


En su juventud vivió la inestabilidad económica y la emocional. Acabó Derecho aunque nunca le interesó. Abandonó su trabajo y regresó a Bilbao cuando su hermana mayor (que sustentaba a la familia) enfermó y no pudo seguir trabajando. Embargado por un terrible sentimiento de culpa por haber dejado atrás a su madre y a sus hermanas, que de él necesitaban (lo cual le supuso siempre un gran cargo de conciencia) quemó todos sus poemas como expiación. A partir de entonces se dedicó a dar clases de Derecho a nivel particular y a preparar oposiciones. En torno a los 30 años sufre una depresión y como terapia escribe ‘Ángel fieramente humano’ y ‘Redoble de conciencia’.



En el siguiente poema, en mi opinión, hay notas de existencialismo:

Imaginé mi horror por un momento
que Dios, el solo vivo, no existiera,
o que, existiendo, sólo consistiera
en tierra, en agua, en fuego, en sombra, en viento.

En el caminar de la vida le salió al camino el encuentro con los otros, ser hombre entre los hombres. Así apareció el “nosotros” en su poesía, el descubrimiento de la solidaridad humana, que terminó con su crisis y le devolvió la paz espiritual. La poesía del desarraigo pasó a ser poesía del encuentro.



A la inmensa mayoría



Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre 
aquel que amó, vivió, murió por dentro 
y un buen día bajó a la calle: entonces 
comprendió: y rompió todos sus versos.

Siente por España una mezcla de amor-odio que le lleva a París y allí accede a los círculos comunistas e incluso se afilió en 1952 al Partido Comunista que, como La Internacional, reflejaba sus ideales humanistas. El compromiso que adquirió con la gente de a pie le empujó a terminar ‘Pido la paz y la palabra’ y a escribir ‘En castellano’. 


El poeta social nace en 1955 y, después de vivir y casarse en Cuba, regresa a España donde reanudó la antigua amistad y el amor con Sabina de la Cruz. Su relación con ella duró hasta la muerte del poeta (1979. Madrid) dándole la estabilidad definitiva. 


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