miércoles, 1 de febrero de 2017

‘La ciudad de las estrellas’ entre el sol de California y los astros de París

La cinta la podemos analizar desde varios ángulos y el principal debería ser el musical. Sin embargo, en mi opinión, el enfoque principal es la fotografía magistral de Linus Sangren, ese juego entre la luz del día que representa California y la noche estrellada de París. Ambas luces son hermosas, distintas y necesarias  como la figura del hombre/personaje que encarna el actor Ryan Gosling y la mujer/personaje interpretado por Emma Stone. Es un placer visual en cada momento, un ilusionismo escénico que nos transporta a un plano de fantasía, de romanticismo y de magia para devolvernos al final de la película a una realidad con esa nostalgia del ‘The End’ con el que acababan las películas antiguas de Hollywood. Nos presenta una elección fatal entre la profesionalidad y las relaciones humanas, esa situación que pudo haber sido y no fue, como ese bebé que fue creciendo y al que nunca llegaron a conocer.


Comienza con un atasco de automóviles en una mañana del sur de California y en medio de ese alboroto, los ocupantes de los coches salen y se ponen a cantar y bailar. El espectáculo de saltos y bailes es muy bonito. Te dices a ti mismo ‘joder que técnica y preparación física’, sabemos que no tiene sentido salir de los coches para ponerse a cantar y a bailar en un embotellamiento, pero el director presenta esa escena desde el  mundo de lo estéticamente bello y nunca desde lo empíricamente razonable.

La sinopsis del guión es el siguiente: Mia (Emma Stone) es una de las muchas aspirantes a actriz que viven en Los Angeles en busca del sueño hollywoodiense, se gana la vida como camarera mientras se presenta a montones de casting. Sebastian (Ryan Gosling) es un pianista que vive de las actuaciones de segunda que le salen, y su sueño es regentar su propio club donde rendir tributo al jazz más puro.

Los destinos de Mia y Sebastian se cruzarán y la pareja descubrirá el amor, un vínculo que hará florecer y luego poner en jaque las aspiraciones de ambos. En una competición constante por buscar un hueco en el mundo del espectáculo, la pareja descubrirá que el equilibrio entre el amor y el arte puede ser el mayor obstáculo de todos.



Damien Chazelle escribe y dirige este musical rescatando, transformando y añadiendo algunas escenas de otros míticos títulos del musical de Hollywood. Así, nuestros protagonistas nos remiten a los míticos Fred Astaire y Ginger Rogers en sus disputas y en la llegada del amor bailando en una noche de estrellas; a ‘West Side Story’ en esa escena en la que la protagonista canta y baila junto a sus amigas cuando hablan de ese chico que podría conocer esa noche si se animan a salir; a ‘Grease’ en la primera escena de los coches, a ‘Cantando bajo la lluvia’ cuando el protagonista masculino realiza un vaivén sobre una farola, etc.


La única pega es que aún siendo el tema principal muy bello, no creo que alcance nunca esa canción memorable como ‘María’ en ‘West Side Story’.

‘La ciudad de las estrellas’ tiene 14 nominaciones a los Premios Óscar 2016 y no me extraña porque es toda una carta de amor al séptimo arte y, en concreto, al género musical, no debemos olvidarnos que en Grecia, la danza era considerado un don divino y una forma de comunicarse con los dioses.

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