En el año 2007 Lotfi El Ghandouri publicó El despido interior, un proceso por el cual los trabajadores se autoexcluyen limitándose a realizar sus tareas cotidianas, pero sin el más mínimo interés motivador.
El trabajador de una empresa puede caer en un doble error. Por un lado, un exceso de celo en el desarrollo de sus responsabilidades, debido a que se marca unos objetivos muy altos que nunca acaban de cumplirse, por lo que tarde o temprano llega a una sensación de angustia y frustración. Por oto lado, se siente ninguneado/no cuentan con él y se llega al mismo resultado que el primero, sentimiento de frustración.
El ‘despido interior’ es una forma de llamar a un proceso complejo que sufre un empleado y que ocurre cuando hay una gran fractura entre las expectativas previas y las realidades cotidianas en su entorno laboral.
Esto provoca un cúmulo de decepciones y hace que el trabajador se distancie de sus tareas y adopte un papel pasivo para pasar inadvertido y evitar implicarse en sus responsabilidades más allá de lo justo e imprescindible.
En otras palabras, el empleado se ‘auto-borra’ y pasa a un plano de invisibilidad, tanta como le permita su cargo, sin aportar nada a la organización y con una alta dosis anonimia. Ejecuta sus funciones de manera rutinaria y mecánica, sin ponerle el más mínimo interés a su trabajo. Es lo que en lenguaje popular se califica como ‘cubrir el expediente…y nada más’.
En cuanto a los elementos que pueden provocar en un empleado el ‘despido interior’, los hay de tipo externo (el ámbito organizacional de la empresa) e interno (depende de la relación que la persona tenga consigo misma y su grado de autoestima). Lo más visible de este proceso de auto-negación son las consecuencias. En el plano individual, quien cae en el ‘despido interior’ tiende a perder capacidad intelectual, fortaleza física y busca escapatorias tradicionales a través de las nuevas tecnologías (realidad virtual en Internet, entre otras).
Por su parte, la empresa también sufre esta situación si la padece alguno de sus empleados, máxime si se trata de un directivo, pues éste tenderá a no dirigir sus equipos, cuyos miembros se verán perdidos en la indecisión de su jefe más directo. Esta situación conducirá a un mayor nivel de absentismo de los colaboradores y afectará a la rentabilidad, la competitividad y la productividad.
Hablar de soluciones del ‘despido interior’ es posible y real. Por un lado,, ya son muchas las empresas que toman medidas para evitarlo. Entre otras iniciativas, las empresas implantan indicadores para detectar a los empleados susceptibles de vivir un proceso de ‘espido interior’ y organizan jornadas de información y charlas de apoyo a los empleados afectados. Por otro lado, el trabajador lo primero que debe hacer será activar la magia de un cambio de actitud. Darnos cuenta de que antes de que cambie nuestro entorno debemos cambiar nosotros mismos. Y estos cuatro pasos nos ayudarán a empezar: recordar que somos capaces (revivir imágenes positivas en la empresa), reconectar con nuestro compromiso (un compromiso con nosotros mismos y con los demás para mejorar), restablecer el diálogo con nuestro responsable o con la persona que pueda ayudarnos (explicarle cómo no hemos sentido y nuestro deseo de cambio), romper nuestra zona de confort (romper hábitos y estar abiertos a los cambios. Ahora, somos activos, incluso para disentir abiertamente de algunos de ellos, pero ya no nos callamos, ni somos invisibles.).
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