sábado, 23 de mayo de 2015

La inteligencia emocional en la empresa, una herramienta de valor

El término "inteligencia emocional" se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones.


En 1990 dos psicólogos norteamericanos, Peter Salovey y John Mayer, acuñaron el término "inteligencia emocional", pero fue Daniel Goleman, investigador y periodista del New York Times, quien llevó el tema al centro de la atención en todo el mundo, a través de sus obras ‘La inteligencia emocional’ (1995) y ‘La inteligencia emocional en la empresa’ (1999). Se destacaba la importancia prioritaria del mundo de las emociones, ese estado de ánimo que se caracteriza por una conmoción orgánica, producto de sentimientos, ideas o recuerdos, y que puede traducirse en gestos, actitudes, risa, llanto, etc.”.


Las emociones

Cada emoción está vinculada a elementos fisiológicos precisos: tanto la respiración como el tono muscular, el pulso cardíaco, la presión arterial, la postura, los movimientos y las expresiones faciales. Los elementos de una emoción son, pues, tres:

1) Una situación, que genera sentimientos, ideas o recuerdos.
2) El estado de ánimo consiguiente.
3) La conmoción orgánica expresada en gestos, actitudes, risa, llanto...

Si escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podremos modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones. ¿Por qué muchas veces nos resulta imposible entender nuestras emociones?. ¿Tenemos control sobre ellas, o son ellas las que nos controlan a nosotros?. ¿Podemos tener reacciones emocionales inconscientes y recuerdos emocionales inconscientes? ¿Se pueden borrar los recuerdos emocionales, o son permanentes?. A todas estas preguntas ha intentado contestar esta enorme corriente surgida hace unos pocos años, y que hoy conocemos como ‘inteligencia emocional’.


Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. Ejercer un autodominio emocional no significa negar o reprimir los verdaderos sentimientos. Los estados de ánimo ‘malos’, por ejemplo, tienen su utilidad: el enojo, la tristeza y el miedo pueden ser una intensa fuente de motivación, sobre todo cuando surge del afán de corregir una situación de adversidad, una injusticia o inequidad. La tristeza compartida puede unir a la gente. Y la urgencia nacida de la ansiedad (mientras no sea sobrecogedora) puede acicatear el espíritu creativo.

Al maestro tibetano Chogyam Trungpa cuando se le preguntó por el mejor modo de relacionarse con el enfado, respondió: "Ni lo reprimas ni te dejes arrastrar por él" y es que la vida está sembrada de altibajos, pero nosotros debemos aprender a mantener el equilibrio, señala Daniel Goleman.

El líder

El cociente intelectual determina lo que sabe un ejecutivo, pero la inteligencia emocional determina lo que hará. El cociente intelectual es lo que permite entrar en una organización, pero la inteligencia emocional es lo que permite crecer en esa organización y convertirse en líder.

Cada rol implica un patrón de inteligencia emocional diferente. Por ejemplo, una persona no puede ser un vendedor eficaz si carece de firmeza y de una tendencia a la sociabilidad. Pero otra persona que carezca de la tendencia a concentrarse en los detalles y a la constancia en la tarea no brillará como químico.

En su best-seller Inteligencia Emocional, Daniel Goleman explicaba que el éxito de una persona no dependía en un 100% de su coeficiente intelectual o de sus estudios académicos. Lo que más importa es el nivel de inteligencia emocional. En la continuación se describe lo que significa trasladar esta inteligencia emocional al ambiente laboral.

‘La inteligencia emocional es dos veces más importante que las destrezas técnicas o el coeficiente intelectual para determinar el desempeño de la alta gerencia’ Daniel Goleman (Harvard Business Review)

No existe un test capaz de determinar el «grado de inteligencia emocional», a diferencia de lo que ocurre con los test que miden el cociente intelectual (CI).

Características de la inteligencia emocional

La capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último - pero no. por ello, menos importante-, la capacidad de empatizar y confiar en los demás.


Un tipo de inteligencia diferente

Judy es una observadora muy perspicaz de la política social del patio del parvulario, posiblemente quien manifieste mayor sutilidad en la comprensión de los sentimientos de sus compañeros. Esta sutilidad no se hizo patente hasta el día en que su maestra reuniera en torno a sí a todos los niños de cuatro años para jugar un juego al que denominan «el juego de la clase», un test, en realidad, de sensibilidad social, en el que se utiliza una especie de casa de muñecas que reproduce el aula y en cuyo interior se dispone una serie de figurillas que llevan en sus cabezas las fotografías del rostro de sus maestros y de sus compañeros.

Cuando la maestra le pidió a Judy que situara a cada compañero en la zona del aula en la que preferiría jugar, Judy lo hizo con una precisión absoluta y, cuando se le pidió que situara a cada niña y a cada niño junto a los compañeros con los que más les gustaba jugar. Judy demostró una capacidad ciertamente extraordinaria.

La minuciosidad de Judy reveló que poseía un mapa social exacto de la clase, una sensibilidad ciertamente excepcional para una niña de su edad. Y son precisamente estas habilidades las que posiblemente permitan que Judy termine alcanzando una posición destacada en cualquiera de los campos en los que tengan importancia las «habilidades personales» (como las ventas, la gestión empresarial o la diplomacia).

La brillantez social de Judy  se ha podido descubrir gracias a que era alumna de la Escuela Infantil Eliot-Pearson en la que se lleva a cabo el Proyecto Spectrum, un programa de estudios que se dedica deliberadamente al cultivo de los diferentes tipos de inteligencia. El Proyecto Spectrum reconoce que el repertorio de habilidades del ser humano va mucho más allá del  fundamento de la educación primaria que delimitan la estrecha franja de habilidades verbales y aritméticas en la que se centra la educación tradicional. El programa en cuestión reconoce también que una habilidad tal como la sensibilidad social de Judy constituye un tipo de talento que la educación debiera promover.

La inteligencia emocional mejora el trabajo en equipo

El expresidente del Banco Santander, Emilio Botín, promovió hace años en la capital cántabra el II Congreso Internacional de Inteligencia emocional y fue, en España, uno de los máximos impulsores de estos estudios. Se definió a sí mismo como optimista por naturaleza, “porque creo que facilita la obtención de resultados”.



El Banco Santander destinaba 76,5 millones de euros anuales a la formación de sus empleados. “Y  es en la formación gerencial donde intentaban que sus directivos aprendieran a liderar y tomar decisiones con criterios racionales y emocionales.


Existe un criterio, cada vez más extendido, en destacar la importancia de la inteligencia emocional en la empresa, pero con tácticas y estrategias diferentes. Hay quienes se permiten afirmar que Sí a la inteligencia emocional para la comprensión comprensiva del otro y No para la comprensión utilitaria del otro, Sí para llegar a lo que queremos ser y No para llegar a lo que conviene ser.




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