Debemos separar “herramienta de comunicación” y “comunicación en si misma o cultura de la comunicación”. Para muchas empresas, editar una revista interna, tener reuniones semanales o colgar un buzón de sugerencias supone convertirse en una empresa que hace “comunicación interna”. Y si tienen más de una revista, más de una reunión y más de un buzón porque disponen de muchos medios técnicos dirán que hacen “mucha comunicación interna”.
Si bien está claro que para gestionar la comunicación interna necesitamos medios de comunicación, su eficacia siempre va a estar supeditada a la plataforma cultural sobre la cual edifiquemos nuestros mensajes. Si una empresa arrastra vicios como difundir mensajes contradictorios, brindar poca información, abusar del doble discurso o no ser coherente entre lo que dice y lo que hace, de poco le va a servir que esos mismos mensajes salgan editados en una bonita Intranet”.
La comunicación es la esencia de la actividad organizada
Por eso, se debe concebir y planificar la comunicación como un modo de organización, de trabajo, una cultura… una forma de entender al otro, de valorarlo, incluirlo, pensarlo… La comunicación no ayuda a la organización, la comunicación es la esencia de la actividad organizada y es creadora de clima, hábitat, calor…
Recordemos que la cultura es el patrón de comportamiento de la organización, es un marco referencial y como tal moldea el resto de las actividades… entre ellas la forma en que nos comunicamos. Desde el área de CI, se debe planificar una intervención para modificar la cultura si queremos mejorar la comunicación. Así, el periodista contempla la comunicación interna con matices distintos al gestor. El primero, tiende a un talante más “democrático”, la información con respuesta permite cierta participación y es un “desahogo”. Casi nada se oculta, sólo que se transforma, al igual que la materia. El segundo, tiende al orden jerárquico, teme la respuesta y prefiere el silencio. En definitiva, son dos apuestas de liderazgo, dos apuestas culturales.
No imitar culturas externas
Otro asunto a destacar consiste en no imitar las ideas externas y que, si queremos realmente mejorar la comunicación en nuestra empresa, tenemos que pensar cuáles son los problemas que sufrimos en ella. No se puede ir a remolque de los que hacen otros, si acaso, que ellos copien nuestro estilo.
Los grandes retos de la comunicación interna
Entre los problemas y desafíos de gestionar la comunicación interna nos encontramos:
Problemas por falta de credibilidad, el personal no cree en lo que dice la empresa, pues no se cumple lo que se promete.
Por falta de coherencia, los jefes no dicen lo que piensan y no hacen lo que dicen, hay distintas versiones sobre los hechos y nadie se ocupa de aclarar nada (aparece el rumor), no se predica con el ejemplo y las declaraciones son “cáscaras vacías”, la empresa no es coherente entre lo que dice puertas afuera y puertas adentro.
Por una cultura basada en el secretismo y la desconfianza, la dirección cree que cuanto menos sepa el empleado sobre la marcha de los negocios, mucho mejor (salvo cuando a la empresa le va mal y ahí sí se muestran los “números” y se pide que “todos se ajusten el cinturón”), la información no llega en tiempo y forma.
Por un liderazgo negativo, la empresa y sus líderes no comunican, informan, cree que lo importante es lo que uno dice y no lo que el otro entiende, no tiene voluntad de dialogo.
Por un mal manejo del poder, todos creen que cualquier tipo de información es poder… y que el modo de acumular poder es reservando información, callándose la boca, se subestima a la gente, se la pretende engañar, se le quiere vender lo que no es.
Por falta de confianza en la comunicación, la empresa no cree que la comunicación interna sea una herramienta de gestión estratégica y la ve más como un símbolo de modernidad o una acción de marketing dirigida al público interno.
Por la creencia de que la comunicación interna es un costo, no crea valor. Es como tener un Mercedes, te da aureola de empresa moderna y solvente, pero el precio es alto. Sin embargo, el campo de las ideas es la auténtica productividad, el i+D de las grandes empresas (pioneras en este campo) y la rentabilidad de este intangible es muy alta.
Por una mala estructura organizacional, la estructura es verticalista y autoritaria.
Las empresas no conectan emocionalmente con su personal.
Nuestros mensajes internos no pueden competir con el bombardeo de mensajes externos.
Debemos aprender a ser más “comerciales” y contrarrestar el “efecto serio/ aburrido” que provocan nuestras comunicaciones internas
En definitiva, fomentemos la crítica como motor de innovación y todo aquello que ya esté manido, arrojémoslo a la “papelera de reciclaje”.
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