La estación de Dunedin, en Nueva Zelanda, se inauguró en 1906 en un grandilocuente estilo neorenacentista, con piedras de basalto negro procedentes de Kokonga, pizarra de Marsella para su tejado y una gran torre con un reloj, visible desde gran parte del centro histórico de la ciudad. Pronto asumió gran parte del tráfico ferroviario de la isla, algo que conforme han ido avanzando los años no ha hecho más que aumentar.
Dunedin es la segunda ciudad en tamaño en la Isla del Sur en Nueva Zelanda, y la ciudad principal de la región de Otago. Esta población se ha consolidado como uno de los destinos turísticos por excelencia en este país de Oceanía, por su historia, por su cultura y por la ubicación que tiene; y en ella los visitantes pueden encontrar diversas joyas arquitectónicas como lo es su estación de trenes.
A principios del siglo veinte, esta población era el centro dedicado al comercio más importante de Nueva Zelanda, por lo que se construyó una magnífica obra arquitectónica como estación de trenes para mostrar ese gran nivel en el que se encontraba. En la actualidad, los visitantes aún pueden ver esta edificación en toda su gloria, con algunos detalles renovados, pero en general manteniendo ese espíritu antiguo.
La estación fue diseñada por el arquitecto George Troup y en ella encontramos una fachada del estilo arquitectónico del renacimiento flamenco, con unas decoraciones ricas que la hacen una atracción digna de ver. Dentro de la estación de Dunedin se recomienda ver el salón de reservas, que tiene un suelo de mosaicos que está hecho con alrededor 750.000 baldosas hechas de porcelana Doulton. La plataforma principal tiene un kilómetro, siendo la más larga en todo el país y que además todos los meses de octubre se convierte en una pasarela, cuando allí se celebra el fashion show de esta isla. Ya estando allí, se aconseja ir al restaurante que está en la primera planta y a la galería de arte que está en la segunda.
El nombre de Dunedin es de origen escocés y guarda relación con los asentamientos británicos en esta zona que desplazaron a la cultura maorí.
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