Dario Fo (1926) es un autor teatral italiano ganador del Premio Nobel de Literatura en 1997. Su obra ha sido la búsqueda y el encuentro de un teatro auténticamente popular, crítico, social y políticamente eficiente. Sus sátiras políticas han girado en torno al poder político -incluido Berlusconi -, el capitalismo, la mafia, el Vaticano, la policía y los jueces. Entre sus obras más conocidas citaremos: Muerte accidental de un anarquista (1970) y Aquí no paga nadie (1974).
En muerte accidental de un anarquista los sucesos se basan en el fallecimiento del ferroviario Giuseppe Pinelli en Milán un año antes del estreno de la obra. El contexto político social en el que se produce, es el de una Italia con atentados fascistas (en colaboración con la CIA para incriminar a los anarquistas) como el acontecido en Milán en 1969 y el ocurrido en un banco de Piazza Fontana. El sospechoso detenido como posible culpable del atentado, es un ferroviario que supuestamente se suicida cayendo de una de las ventanas de la Jefatura de Policía de Milán.
Para contar la historia del ferroviario Pinelli, Fo utiliza un artificio que introduce en el prólogo. La historia se presenta como un suceso que había ocurrido en 1921 en Estados Unidos. Sin embargo, Fo continúa diciendo que “Para actualizar la historia, haciéndola al tiempo más dramática, nos hemos tomado la libertad de recurrir a uno de esos trucos que se suelen emplear en el teatro: hemos trasladado la historia a nuestros días, y la hemos ambientado, no ya en Nueva York, sino en una ciudad italiana cualquiera…por ejemplo, en Milán.” Al igual que en las películas, el autor advierte que cualquier analogía con “sucesos y personajes de nuestra crónica, el fenómeno deberá atribuirse a esa imponderable magia constante en el teatro, que en infinitas ocasiones ha logrado que incluso historias disparatadas, completamente inventadas, hayan sido impunemente imitadas por la realidad.
El personaje protagonista (el Loco ) a través de múltiples disfraces consigue decir y a la vez descubrir la verdad respecto a la “muerte accidental del anarquista”. Así, con su capacidad de transformarse en distintos personajes a través de trucos de maquillaje o manos y barbas postizas, consigue desmontar la falsa historia creada por la policía respecto a las circunstancias de la muerte del operario de ferrocarriles. Sin embargo, la obra finaliza con un final idéntico, el loco es arrojado por la ventana con una bomba que llevaba en las manos. Nadie lo ha hecho. Aparece alguien que se parece al loco disfrazado de nuevo, pero todo indica que esta vez es, de verdad, el Juez. ¿Se hará, finalmente, justicia o seguirán repitiéndose los mismos acontecimientos?.
Una joya literaria con situaciones surrealistas y absurdas en donde el sarcasmo y la ironía están presentes desde el comienzo de la obra. Una pieza teatral que nos brinda la risa desde una postura profundamente reflexiva.
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