jueves, 17 de noviembre de 2016

Don Quijote, un sueño imposible (2)

Don Quijote y Sancho renuevan su andadura continuando esas aventuras llenas de comicidad para concluir en un regreso a su tierra lleno de tristeza y melancolía. El caballero de la Blanca Luna que es, en realidad, su amigo el bachiller Sansón Carrasco le ha derrotado y le ha hecho prometer que regresará a su pueblo y no volverá a salir de él en el plazo de un año. Hay un breve periodo en el que nuestro protagonista considera la posibilidad de vivir ese año una vida pastoril junto a Sancho, el bachiller Carrasco y el cura. Sin embargo, nada más llegar a su casa don Quijote enferma y va recobrando el sentido de la realidad y en las últimas páginas del libro aparece la siguiente frase: “Acreditó su ventura: morir cuerdo y vivir loco”.


Una de las más excéntricas aventuras de esta segunda parte es la aventura de los leones; don Quijote prueba su valor desafiando a un león macho que es transportado a la corte del rey por un carretero; por fortuna el león no hace caso de él y don Quijote se da por satisfecho. Sancho admirado de su valentía le aconseja cambiar su anterior apodo de "Caballero de la Triste Figura" al del "Caballero de Los Leones". El primer apodo también se lo pone su escudero cuando su señor en una aventura ha salido trasquilado y perdido varios dientes, le señala Sancho que podría llamarse “El Caballero de la Triste Figura”.

Otra situación muy graciosa es cuando dos pueblos van a enfrentarse entre sí porque unos designan a los otros como “el pueblo de los del rebuzno”. Don Quijote está a punto de poner paz con argumentos serios y sólidos y, en ese momento, Sancho comienza a rebuznar y les caen piedras encima al considerar que se están mofando de la situación.

Mientras habitan en el palacio de los duques, éstos no paran de gastarles chanzas. En una de ellas, alguien se hace pasar por el mago Merlín, que declara que Dulcinea solo podrá ser desencantada si Sancho se da tres mil azotes en sus posaderas; esto no le parece nada bien al escudero y de ahí en adelante habrá una permanente tensión entre amo y mozo por causa de esta penitencia.

Además, convencen a don Quijote de que vaya volando en un caballo de madera llamado Clavileño a rescatar a una princesa y a su padre del encantamiento que les ha echado un gigante; don Quijote y Sancho caen con naturalidad en la burla y creen que han visitado el infierno.

Otra farsa memorable es cuando los duques otorgan a Sancho el gobierno de una insula llamada Barataria. Allí acude Sancho y demuestra, utilizando el sentido común, cómo debe hacerse justicia. No obstante, un supuesto médico mirando por su salud no le deja probar bocado y fingen que debe liderar la defensa de la ínsula frente a unos supuestos atacantes.

Una joven llamada Altisidora finge estar enamorada de nuestro héroe, pero el caballero andante resiste por su fidelidad a Dulcinea. Eso sí, comprende que pueda enamorarse de él; asunto que extraña a Sancho pues no le ve como galán.

          
 
En otro momento, sueltan unos gatos en su dormitorio que le arañan la cara y piensa, de nuevo, que es obra de encantadores y encantamientos.

Finalmente, selecciono unas palabras de Don Miguel de Unamuno que dijo de don Quijote:

“Un profeta ridículo, que fue la befa y el escarnio de las gentes. Caballero de la Locura. Caballero que hizo reír a todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste. Tenía el alma demasiado grande para parir chistes”.

“Ponte en marcha, solo. Todos los demás solitarios irán a tu lado, aunque no los veas. Cada cual creerá ir solo, pero formaréis batallón”.

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