miércoles, 30 de noviembre de 2016

Fidel Castro con quince de los suyos

Eran los años de Quilapayún y ‘Un son para Cuba’ glosando la figura de Fidel Castro, del Che Guevara , también Camilo, también Raúl…


Aquí en España, los jóvenes de izquierdas teníamos la foto del Ché en el poster de la habitación. Él y, luego, Fidel eran dos mitos, dos héroes que se habían atrevido a combatir con las armas a la dictadura del tirano Fulgencio Batista, títere de los americanos y amigo de todo tipo de corrupción. Sin embargo, los tiempos cambian y, actualmente, encuentro gente de todas las edades que consideran a ambos líderes como dos tiranos que tienen hambriento a su pueblo y sin libertad. Me gustaría, como siempre, retomar los hechos históricos y tratar de analizarlos.


Batista era el aliado de los ricos terratenientes de la isla que poseían las más grandes plantaciones de caña de azúcar y presidió una economía estancada que amplió la brecha entre cubanos ricos y pobres. Un gobierno corrupto y sanguinario que mantenía importantes intereses económicos con la mafia estadounidense, que controlaba los negocios de drogas, prostitución y juego de La Habana.

Fidel Castro se inició en la vida pública como político opositor y destacó especialmente tras el asalto al cuartel Moncada en 1953, por el que fue condenado a prisión. La historia me absolverá es la frase final y posterior título del alegato de autodefensa de Fidel Castro ante el juicio en su contra incoado el 16 de octubre de 1953 por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Tras ser indultado gracias a la presión de la opinión pública, se exilió en México, donde planeó la invasión guerrillera de 1956. Los pocos sobrevivientes  de aquella invasión (entre ellos, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro, Juan Almeida y Camilo Cienfuegos) se retiraron a la Sierra Maestra, desde donde empezaron una guerra de guerrillas contra el Gobierno de Batista. Los revolucionarios llegaron a contar con más de 800 combatientes con los que comenzaron la invasión a escala nacional (frente a los más de 70 000 combatientes de Batista), aunque la carencia de armas fue un condicionante fundamental.


Llegó al poder tras encabezar la Revolución cubana, que triunfó el 1 de enero de 1959, derrocando a la dictadura de Fulgencio Batista y a su entrada en La Habana, casi profético, apuntó en un discurso: “La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil.”

Tras el triunfo revolucionario, el nuevo presidente del país, Manuel Urrutia, designa al liberal José Miró Cardona como primer ministro el 5 de enero de 1959 al frente de un Gobierno de transición, de corte moderado y composición heterogénea, que aspiraba a agrupar a los distintos grupos políticos del país (con presencia de ministros del Movimiento 26 de Julio). Estados Unidos reconoce este Gobierno dos días después. Urrutia nombra a Fidel Castro Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y le encomienda la tarea de reorganizar los institutos armados de la República.

La aprobación de la primera Ley de Reforma Agraria afectó seriamente intereses de propietarios cubanos y de estadounidenses. Desde finales de octubre de 1959 el presidente estadounidense Dwight Eisenhower aprueba diversas medidas propuestas por el Departamento de Estado y la CIA para emprender acciones encubiertas contra Cuba, que incluyen ataques piratas aéreos y navales, y la promoción y apoyo directo a las organizaciones contrarrevolucionarias dentro de Cuba. También se establece como objetivo la eliminación física de Castro.

En el ámbito internacional, inicialmente trató de establecer buenas relaciones con los Estados Unidos; entabló, luego, estrechos lazos con la Unión Soviética. Después de una serie de expropiaciones a propietarios estadounidenses, los desencuentros con los Estados Unidos desembocaron en el embargo económico contra Cuba. Desde entonces, su relación con la superpotencia ha sido abiertamente antagónica, lo que quedó confirmado tras la fracasada invasión de Bahía de Cochinos en 1961.


Ha sido acusado de violar algunos derechos como la libertad de expresión o la libertad de circulación, si bien en términos generales ha resultado exitosa en muchas de las reformas que ha hecho, principalmente en el sistema de salud y el sistema educativo público y gratuito. Hay los que no quieren entender que Fidel y Cuba han tenido que vivir acosados por las potencias coloniales desde que los Estados Unidos mantienen un embargo económico a la isla desde principios de los años 60 del siglo XX.

Esta política es considerada como bloqueo económico en el marco de las Naciones Unidas y rechazada cada año por la Asamblea General de esa instancia internacional que vota a favor de una resolución denominada Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba. A pesar de la presión internacional, Estados Unidos sigue justificando su política anteponiendo la existencia de numerosas denuncias de violaciones de los derechos humanos en la isla. Tanto la persistencia norteamericana en las sanciones unilaterales contra Cuba como los efectos que esto trae a su población quedan reflejados en múltiples resoluciones de las Naciones Unidas desde el año 1992.

Muchos occidentales conocen la Cuba del turismo sexual – la única que les interesa conocer – y en ese ambiente de turista hablan con el camarero del hotel, etc que les brinda, como síntesis, una imagen pésima de la isla. Sin embargo, esa misma imagen era la de los españoles para los europeos en los años 60/70. Y, por supuesto, ni en Cuba, ni en España la gente sin recursos económicos ha acudido, como norma general, a la prostitución para sobrevivir.

Fidel Castro acaba de fallecer en La Habana, el 25 de noviembre de 2016, a los 90 años y la prensa  burguesa no ha podido silenciar las colas de varias horas de espera para rendir homenaje a Fidel. Me imagino que, principalmente, aquéllos que conocieron lo anterior y son conscientes que han intentado desde fuera ahogar la revolución cubana.


José Martí es otro símbolo para los cubanos/Fidel, pero nunca  una paloma de las lanzadas por algunas mujeres del movimiento se posó en su hombro, como lo hizo, en Fidel Castro, otorgándole tintes místicos para sus seguidores.



      

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