viernes, 25 de noviembre de 2016

Rosa Luxemburgo, una rosa roja y feminista

Una mujer de cuerpo frágil y espíritu fuerte, capaz de equilibrar razón y emoción. Un personaje histórico que anticipaba en el tiempo que el revisionismo socialdemócrata del SPD contribuiría a que el pueblo alemán se dejara seducir por la demagogia de un líder populista llamado Hitler al que financiarían los grandes grupos industriales alemanes. Para los oligarcas, los comunistas eran el problema y el nazismo, la solución.


Militó en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) desligándose  por la posición favorable del SPD  a participar en la I Guerra Mundial. Rosa Luxemburgo  se opuso a la participación de los socialdemócratas en la I Guerra Mundial al considerarla un enfrentamiento entre imperialistas. Así, en 1916 contribuiría en la construcción de la Liga Espartaquista, un grupo marxista que será luego el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD).

Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el alemán Karl Liebknecht  y en su libro ‘Reforma y revolución’ (1900) observamos el debate interno de la socialdemocracia alemana. Karl Kautsky y Eduard Berntein defendían la vía parlamentaria y la transición pacífica al socialismo mientras que Rosa Luxemburgo y otros militantes demostraron que esa tesis era solo un pretexto para frenar el proceso revolucionario. El libro era una crítica al revisionismo y a la integración del partido en el sistema capitalista. Su postura se oponía a que el sentimiento patriótico de un partido obrero se antepusiera a su conciencia de clase.

Junto a esa Alemania belicista coexistió, más que en otras naciones, un fuerte sentimiento pacifista que se alejaba de posturas patriotas o patrioteras que solo beneficiaban a las oligarquías nacionales.

Rosa Luxemburgo nació en Polonia y consiguió la ciudadanía alemana, al casarse con Gustav Lübeck. Ambos son símbolos del marxismo alemán y, actualmente, un domingo a mediados de enero se celebra, cada año, en Berlín, el día de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de 1919.


Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército y la actuación de los freikorps o 'cuerpos libres' (grupos de paramilitares reclutados entre los combatientes recién desmovilizados financiados por banqueros y empresarios principalmente), en colaboración con el sector mayoritario del partido socialdemócrata. A su término, cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas por dichos grupos.





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