jueves, 18 de junio de 2015

Darío de Regoyos, el pintor español de trenes

Darío de Regoyos (1857-1913) ha sido uno de los pintores españoles  más entusiastas del tren y el que más cuadros ha dedicado al mundo del ferrocarril. Al convoy  le imprime sentimientos e ideas que van más allá del color, del trazo y del paisaje. El gusto del pintor por este tema como nuevo elemento poético queda patente en cuadros como ‘Viernes Santo en Castilla’, “el Túnel de Pancorbo” y “El paso del tren”, donde el caballo de hierro simboliza la modernidad y el progreso frente a la tradición de la España negra.

                                                        El puente del Arenal

El ferrocarril, como fuente de progreso y comunicación, tenía por fuerza que ejercer una gran atracción para un viajero infatigable con una mentalidad de cambio. Además, hay que tener en cuenta que su padre era un ingeniero vinculado a la construcción de vías férreas. En su madurez, se movió en un estilo próximo al impresionismo y puntillismo (figuras trazadas en base a puntos) influido por sus amigos Seurat, Signac y Pissarro. Entre sus pinturas debemos destacar:

Viernes Santo en Castilla 

Podemos dividir el cuadro en dos planos separados por el viaducto. En la parte inferior se ve pasar, por un camino árido, a una procesión de monjes portando tres cirios y la estatua de la Virgen. En la parte superior, una locomotora de vapor echando humo y arrastrando una serie de vagones. Hay un contraste cromático entre la luz y los colores de la parte superior e inferior.  La cofradía de los religiosos alude al hecho de que se trata del Viernes Santo lo que viene confirmado por el título. Así, la cofradía de monjes representan  la tradición y la España negra (etapa suya previa al impresionismo) frente al tren símbolo del optimismo, la comunicación y el progreso.


El túnel de Pancorbo 

Un paisaje positivo en el que predomina la luz. El viaducto  y el túnel como elementos repetitivos en su obra pictórica y el tren siempre en movimiento, como símbolo del dinamismo.

El paso del tren

El paso del tren es una escena que se ubica en Euskadi. Regoyos amaba el País Vasco por su luz moderada que le permitía captar todas sus variaciones y tener en la naturaleza el mejor modelo para sus óleos. Como impresionista que era, sostenía que un artista podía pintar diferentes escenas sin tener que viajar, solo debía observar los cambios de luz o del tiempo. Finalmente, recoge también en este cuadro la vida cotidiana. Dos mujeres contemplan el paso del tren, reflejando la curiosidad de las damas al ver pasar esa máquina desprendiendo una inmensa bocanada de humo (el cambio/lo efímero) frente al paisaje (la tierra/lo fijo).



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