miércoles, 24 de junio de 2015

Un joven médico humanista llamado Ernesto Guevara

El viernes pasado fue el estreno en España de La huella del doctor Ernesto Guevara, dirigida y producida por Jorge Denti. La película está basada en los viajes por América Latina que realizó el joven médico en 1952-1953 con sus amigos de infancia Alberto Granado y Carlos “Calica” Ferrer. Basada en los diarios, la correspondencia que mantuvo con su familia/amigos y el testimonio de personas que lo conocieron nos va reconstruyendo una serie de hechos que transformaron a ese joven humanista en el mito del Che Guevara.


La huella del doctor Ernesto Guevara narra su segundo gran viaje por América Latina, entre 1953 y 1954. La aventura avanza gracias al relato de los amigos y familiares de Guevara, mientras una voz en off lee de vez en cuando alguna carta que el joven intercambiaba con su madre, su hermana o su gran amiga Tita Infante. Asistimos al precursor del Che, un joven médico idealista cercano a la gente que ve a sus pacientes con los ojos “solidarios” (me atrevo a decir de “auténtico cristiano” que no se considera por encima de ellos debido a su ciencia. (¿Cuántos médicos deberían aprender a ser humildes?).


La parte humana de Ernesto nace de sus propios problemas de salud en la infancia (asma) y su formación materna que le educó en la literatura, poesía y todo tipo de humanidades. También le hablaba de la Guerra Civil española.

Muy posiblemente su enfermedad influyera en su apuesta por la medicina, ya que soñaba con especializarse en alergología en París. Fue un estudiante perezoso, inteligente y con un afán por la cultura en su sentido más extenso. De hecho, era un gran lector.

En su viaje a Bolivia se asoma a la revolución y observa el estilo elitista de algunos de sus líderes y, según, Jorge Denti: “no era la revolución que él quería”. Viaja por Ecuador, Panamá, Honduras, Salvador y en Guatemala sufre por el apoyo de Washington al golpe de Estado que eliminaba la reforma agraria del gobierno y defendía los intereses de la empresa United Fruit. Es en aquel país donde coge por primera vez un fusil y se hace internacionalista.


Así, Ernesto escribe en sus diarios: “Los viajes por América Latina me han hecho conocer la miseria, el hambre (…) América me ha cambiado más de lo que yo creía”. Esos viajes le dieron experiencia humana y política para llegar a ser el mítico “Che”, ese personaje que se llevaba en las camisetas (años 70) como el símbolo del soñador que entrega su vida a la causa de los más desfavorecidos cuando él podía haber vivido muy cómodamente. Actualmente, los medios de comunicación han logrado mancillar esa imagen y presentarlo como un rojo asesino y es que la historia la escriben los que ganan.

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