viernes, 29 de abril de 2016

‘Colombo’, la antítesis de ‘El Santo’

Si ‘El Santo’ era alto, fuerte, guapo, elegante, seguro de sí mismo, conducía un lujoso automóvil, un flagelador con las mujeres y de cuna noble; nuestro protagonista de hoy es bajito, sencillo, aparenta inseguridad, conduce un destartalado coche, monógamo con hijos y sin pedigrí. Sin embargo, con armas opuestas cautivó a la audiencia.


El actor Peter Falk, encarnó al personaje del teniente Colombo, un detective de homicidios de la Policía de Los Ángeles que vestía una gabardina vieja, fumaba puros malolientes y conducía un coche viejo. Su mejor amigo era un perro sin nombre que, al igual que su dueño, no se le conocía nombre de pila. Colombo, sólo respondía a su apellido y a su cargo, teniente. De sus datos personales sólo sabíamos que estaba casado con hijos y era de ascendencia italiana.

La serie de televisión estadounidense 'Colombo’ fue emitida en los años setenta. La primera gran singularidad del éxito es la estrechísima relación del actor con el personaje. Tal es así que consiguió tres premio Emy y un Globo de Oro por su interpretación. La segunda, es que se sabía casi siempre quién era el asesino (proceso inverso en una historia policial). El crimen y el criminal se mostraban al comienzo de cada episodio y llegaba el teniente Colombo para investigar los hechos.

Normalmente, el asesino había preparado el crimen perfecto y, por tanto, era un hombre inteligente y muy bien situado económica y socialmente. Colombo, jugaba la carta de la humildad y la veneración de sus sospechosos, para hacerles sentirse más confiados y considerasen que semejante inútil nunca  iba a resolver su crimen.

Colombo era un personaje muy sagaz y con su aspecto desarrapado fomentaba la idea de una persona desvalida, un don nadie, un tipo aturdido y despistado que estimulaba la idea en el criminal que lo menospreciara por su apariencia. Una faceta característica suya era que en el interrogatorio a los sospechosos les comentaba asuntos personales de su familia y se marchaba…para volver al poco tiempo y apuntar “solo una cosa más…”.

Colombo haciendo gala de grandes dotes de observación, descubría pequeños indicios, mentiras, contradicciones y revelaba que las cosas no eran como parecían, ni contaban los testigos, encajando las piezas del puzle hasta que, en la escena final, desmontaba la coartada del criminal.

En este punto, recuerdo el humor de Gila cuando parodiando a un policía que interrogaba al sospechoso, diciéndole: “Aquí alguien ha matado a alguien y, no aguantando más, confesaba”.

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