viernes, 1 de abril de 2016

Consultorio Elena Francis, de los cosméticos al confesionario

El Consultorio de Elena Francis fue un programa de radio emitido en España entre los años 1947 y 1984 que en un principio se concibió como un consultorio de belleza para promocionar cosméticos y, luego, se transformó en un confesionario del público femenino de la época. Se recuerda especialmente la sintonía del programa: Indian Summer, de Victor Herbert.


A lo largo de sus 36 años de vida en antena, el consultorio adoptó diversos formatos y tiempos de duración, que oscilaron entre 30 minutos y una hora. Las cuestiones planteadas iban desde los temas estrictamente domésticos, como cocina o jardinería hasta salud y problemas sentimentales o incluso psicológicos. Así, el cuerpo principal del programa consistía en leer las preguntas de las oyentes y darles consejo.

La idea del consultorio la inspiró Francisca Bes, perteneciente a una familia con intereses en el negocio cosmético. Comenzó sus emisiones en 1947 a través de Radio Barcelona, desde donde emitió hasta 1966. Posteriormente se radiaría por Radio Peninsular y por Radio Intercontinental hasta finalizar su emisión en 1984.

Elena Francis era un ser ficticio, un gran montaje del Instituto de Belleza Francis, y las cartas las contestaba un equipo de guionistas, entre los que se encontraban un cura y un psicólogo. A partir del año 66, los guiones del programa, que se basaban enteramente en la correspondencia, se le encargaron en exclusiva al periodista y crítico de toros Juan Soto Viñolo.

En cuanto a las locutoras que prestaron su voz a Elena Francis, la primera fue María Garriga, sustituida luego por Rosario Caballé. Sin embargo la más popular y longeva en el personaje fue Maruja Fernández.

Elena Francis recomendó a las mujeres abnegación, aguante, mirar para otro lado, hacer la vista gorda, tener paciencia, esperar a que las cosas cambiasen o sacrificarse por los hijos y la familia, Sin embargo, llegó a sobrevivir al propio Franco –se emitió entre 1947 y 1984- y agonizó porque el personaje no supo transformarse como lo hicieron los actores políticos, en eso, al menos, Elena Francis fue “siempre fiel”.

                             



El programa se constituyó en un auténtico fenómeno sociológico en España. En 1982, se publicó el libro Elena Francis, un consultorio para la transición, de Gerard Imbert en el que se desvelaba la inexistencia del personaje. La revelación causó una gran conmoción en una sociedad española aún ingenua ante los artificios de los medios de comunicación y que durante más de 30 años creyó firmemente que Doña Elena Francis era una mujer real. Hasta el último momento, los responsables del programa afirmaron que Elena Francis existe, es un ente físico. Se trata de una señora "muy digna, muy preparada y muy amante de su intimidad", que tendrá en la actualidad entre 68 a setenta años. No es posible hablar con la presunta Elena Francis "porque sigue una norma estricta de no conceder entrevistas ni aparecer en público".

Algunas cartas, si así se solicitaba, eran contestadas por correo, lo que servía como confirmación de que doña Francis existía y no era una mera leyenda. Todo estaba muy regulado, la música, la lectura de la pregunta planteada por la oyente, un breve paréntesis amenizado por una melodía, en el que pareciera que doña Francis estaba pensando la respuesta y el comentario. Era como un ritual, una misa. La voz que daba vida al personaje era también cuidadosamente elegida. Debía ser grave, con un cierto tono entre autoritario y maternal, porque había muchas Elenas Francis encerradas en una: la amiga, confidente, directora espiritual; pero también la censora, la juez y la represora.



Muchas mujeres firmaban sus cartas con pseudónimos como “una desgraciada”, “una mujer que sufre”, “una esclava del amor”, “una despechada”, “una víctima de su propio error” o “una pecadora arrepentida”.



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