martes, 8 de septiembre de 2015

La actualidad de El Hotelito en las elecciones catalanas

El Hotelito es una obra de teatro escrita en 1985 por Antonio Gala. Sobre el escenario aparecen cinco mujeres que interactuan: charlan, discuten y se reconcilian. Cada una de ellas representa a una Comunidad Autónoma española: Galicia (Carmiña), Andalucía (Rocío), Cataluña (Montserrat), País Vasco (Begoña) y Paloma (Madrid). Todas llevan el nombre de sus vírgenes representativas y son una alegoría de las diversas nacionalidades que conforman España, y la casa-palacio totalmente desvencijada que desean vender, que data del siglo XV/Reyes Católicos/Unidad de España, es la idea de “España” como casa común y convivencia (incluidos gritos, riñas y mutuas acusaciones) entre todas ellas desde aquella época. Todas esperan a la compradora extranjera que no llega (¿Sería Europa?). Finalmente, deciden mantener el Hotelito y continuar juntas.



Madrid es la maestra de ceremonias (representa al poder político central) que pone en el periódico el anuncio de la venta de la casa y que representa también a otras primas autonómicas con derecho a parte del beneficio obtenido por la venta.

La obra alcanzó en su momento un notable éxito de público porque abordaba un tema actual en aquella época como era el clima que se vivía con las autonomías. La criticaron los nacionalismos de ambos lados y algunos críticos la tacharon de una visión folclórica, banal, estereotipada y llena de localismos de zarzuela, incluso en el lenguaje de las intérpretes.

En mi opinión, no era así, el lenguaje “coloquial” utilizado era un lenguaje popular para que el público se sintiera identificado y no los políticos de ambos lados que no dicen lo que sienten, ni sienten lo que dicen. Otra cosa es que las veleidades nacionalistas históricamente han sido manipuladas (a veces, con razones sobradas y otras, no tanto) por las burguesías locales utilizando un lenguaje más correcto.

Antonio Gala declaró en El País (1985) que “las mujeres son las protagonistas porque siempre están discutiendo y enfadadas las unas con las otras, pero se avienen antes a la razón que a la violencia”.

Señalaba también: “España es un cajón de sastre, de desastre en ocasiones, donde nadie es moro, ni judío, ni cristiano" (…).

“Un país delegador en lo interno y lo externo donde siempre hemos querido que alguien nos saque las castañas del fuego, por eso somos tan europeistas y yo me reafirmo que la universalidad del hombre nace de lo local, de sus propias señas de identidad. Nadie más español que el Quijote o más alemán que Fausto y ambos más universales".

“ Lo mejor que se puede hacer por la humanidad siendo español es manifestar la voluntad de no entrar en la OTAN, y no es ajeno El Hotelito a esa tendencia.



La obra revela algunos de los problemas internos: los deseos separatistas vasco y catalán y, en el caso, de Euskadi, el terrorismo como telón de fondo, la emigración de Andalucía, la pobreza de Galicia y el poder centralista de Madrid.

Hay una alegoría fantástica y futurible que representa la extranjera que viene a comprar el Hotel. Representa a Europa y es que en aquella época, como decía muy solemne el humorista, Antonio Ozores “por fin, ya somos europeos”. El españolito ya estaba delegando y buscaba una vaca gorda europea para ordeñar y eran los europeos ricos los que se quedarían con la vaca famélica, pero nuestra.

Hay un diálogo final entre Montserrat (Cataluña) y Rocío (Andalucía) que expresan así:

Montserrat: Las extranjeras son unas pesadas. Quinientos años esperándola, tú, y se le ocurre llegar cuando menos falta hace.

Rocío: Y total, ¡qué nos va a dar?. Me temo lo peor, solo dinero. Y poco, y tarde, y mal.

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