miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mi experiencia personal con la meditación

Llegué a ella/ ABBA  por necesidad y saqué la siguiente conclusión: “es muy positiva” pero “no hace milagros” como algunos nos quieren vender. Hay una meditación activa, otra pasiva y, según el sujeto, una u otra le puede ser más favorable. En mi caso, utilicé la pasiva, una meditación guiada con unas pautas que se me daban a través de una cinta de casete. Conseguí logros importantes: relajación (evitando una inquietud permanente), un cambio en mi modo de ver/vivir la vida, recordar los sueños por la noche, anotarlos e interpretarlos para ser consciente de mis temores y deseos - sabiendo reconocer los símbolos oníricos -, desarrollar la intuición, etc. La idea central es que los deseos internos con mucha fuerza (fe) que estén apoyados en una “fuerte emoción” se cumplen.



Sin embargo, la reiteración de palabras o sugestiones visuales que no tengan auténtica “fuerza interior/deseo profundo” no conducen a ningún resultado. En mi caso, sucedió eso con mi deseo de “dejar de fumar”.

Conscientemente, anhelo abandonar el tabaco, ya que soy consciente que es malo para la salud y el bolsillo, pero ese deseo no es profundo, no me hace vibrar, ni me emociona. Por esa razón, nunca me ha funcionado.

En occidente, la base de los múltiples métodos de relajación se basan en el archiconocido Método Silva que, en mi opinión, trata de racionalizar unas técnicas sicológicas desligándolas del concepto religioso. Así, los instructores inciden en la suma importancia de la credibilidad que le otorgue el sujeto al mismo: deseo, expectación y creencia. Sin embargo, en su origen es religioso, pues en palabras de su fundador: “Su método estaba orientado a Dios buscando lograr la conciencia de Cristo...".

La sicología tradicional y la ciencia reconocen que “el efecto placebo” funciona. Es decir, la mente produce unos efectos según la orden positiva o negativa que le hayamos programado. La Biblia, también, menciona: “Ten fe y moverás montañas”.

Sigo narrando mi propia experiencia. A través de un conocido acudí a un sicólogo que impartía unos “cursos de control mental”. En mi desesperación por aquella época - la misma que el que va a un vidente o un sanador - solo podía perder una razonable cantidad de dinero. Se me avisó antes que era un sacerdote jesuita con una excelente formación profesional el encargado de impartir el curso. (De hecho, la meditación siempre estuvo asociada a la religión: en China como parte de la tradición Taoista, en el Cristianismo con los primeros cristianos del desierto, en el Judaísmo y en las prácticas místicas del Islam Sufí con su práctica del silencio, en las culturas chamánicas, etc.

Sin embargo, actualmente, desde el punto de vista práctico y científico, sigue una metodología similar pero despojándola del contenido religioso. Veámoslo, siguiendo mi propia andadura.

En una sala en silencio los alumnos comenzamos unos ejercicios muy sencillos que servían para entrar en un estado de relajación profunda y desde ese nivel (ondas alfa) autoprogramarte para conseguir un mejoramiento personal. Los ejercicios consistían en:

- 1. Cerrar los ojos y, con los dedos pulgar, índice y corazón unidos (técnica del radar) ir escuchando las palabras/música que iban relajando los músculos de nuestro cuerpo: frente, párpados, mejillas, cuello, hasta llegar a los dedos de los pies. Esto lo hacíamos mientras íbamos contando y visualizando, de modo descendente del 3 al 1.

- 2. Nos veíamos solos en un paisaje “zona ideal de descanso” con los elementos del universo: tierra/la arena de la playa, fuego/el sol, agua/el mar y aire/ una brisa cálida. Allí, nos sentíamos tranquilos, relajados y felices.

- 3. Descendíamos lentamente unos escalones que íbamos bajando del 10 al 1 o del 20 al 1...

- 4. Allí, elaborábamos nuestro “laboratorio” (oficina) con una pantalla grande y unas pastillas ilusorias para tomarnos. En la pantalla visualizábamos nuestras órdenes/autoprogramación. Ej: Me ordeno, me programa para que mi mente solo admita las ideas positivas y buenas y rechace las negativas y malas y, después, una afirmación tajante: ¡Y, así será!.

- 5. La parte mágica vino aquí. Lloré emocionado y las lágrimas quitaron toda la emoción negativa que llevaba. De un armario de mi laboratorio salían con absoluta claridad dos figuras: un hombre y una mujer. ¿Quiénes eran?. Yo sí les conocía, otros alumnos, no…¿Qué explicación tenía aquello?. Para Carmelo/religioso eran dos “guías espirituales” - siempre un hombre y una mujer -, la explicación para los no creyentes son la parte masculina y femenina que llevamos dentro de nosotros y que reflejan nuestros aspectos neuróticos.

- 6. En mi caso, esas imágenes “vividas con tanta fuerza y emoción” son las que posibilitaron el cambio positivo. Sin embargo, el movimiento me llevó por el camino más largo: avances, retrocesos, dudas, etc.

- 7. Yo debía preguntar a esas imágenes/ conectar con mi “yo interior” que estaba, a su vez, conectado con el ordenador principal/Dios y recibiría mensajes. Al principio, lleno de ilusión recibía unos mensajes hermosos y prometedores, que no se cumplían nunca. Eso me llevaba a la desilusión y las dudas. ¿Por qué me mentían?. Descubrí que “era yo el que me estaba autoengañando. Todavía no era capaz de conectar ni la televisión. Me faltaba paciencia y ‘Dios mío, dame paciencia, pero dámela ¡ya!.

- 8. Con el tiempo y con mucho entrenamiento llegué, en contadas ocasiones, pero lo logré a “escuchar como un susurro”, “una voz interior”, “una imagen” clara que me enviaba un mensaje cierto, pues se cumplía.

- 9. Cuando los asuntos me fueron bien, abandoné la práctica. Sin embargo, nunca olvidé aquella experiencia tan positiva que me ayudó a salir del pozo. Ahora bien, no me dio poderes de Supermán, ni evitó otras piedras en el camino, solo me ayudó a ir superándolas. ¡No es poco!.

Para los muy escépticos señalarles que la misma wikipedia apunta: “Existen varias tesis doctorales que avalan sus efectos positivos” y mis “amigos “científicos” eso también lo constatan, aunque no estén de acuerdo en la “conexión con Dios”. Yo, sí CREO

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