lunes, 7 de septiembre de 2015

Un madrileño en Barcelona

Algunos nos hemos preguntado si el 27 de septiembre se celebran unas elecciones ordinarias anticipadas para el Parlamento de Cataluña o si se vota la independencia de dicha autonomía, ya que los medios de comunicación avivan la segunda dinámica y, por extensión, actúan de altavoces de las propuestas del presidente de la Generalitat, Artur Mas.



Esa mili obligatoria que a todos los españolitos de mi edad nos tocó pasar supuso que realizara el CIR/campamento en Girona y la etapa del cuartel en Barcelona. Por lo tanto, trece meses de mi vida estuve en aquella tierra que me gustó y me trató bien, salvo excepciones como ocurre en Madrid o en cualquier otro lugar.

Mi familia asentada en Barcelona la conformaban mis tíos/procedencia castellana, y mis primos, nacidos en Barcelona pero con el apellido González. Solo había una excepción y era mi tía María, catalana de pura cepa con 8 apellidos catalanes y enamorada todavía de mi tío Julio, ese mocetón que, según mi padre y mi tío Agustín, hubiera podido ser “un galán de Hollywood”. Una mujer llena de bondad y amor, igual que mi tía pilar, vallisoletana y maestra represaliada durante el franquismo. Siempre pensé que las buenas y las malas personas, los honestos y los corruptos no tienen nacionalidad. 

Recuerdo que iba a una cafetería donde la dueña tenía la misma preocupación por su hijo/mili en Madrid que la mía por mi andadura en la Ciudad Condal. 

Si las personas están dispuestas a abrirse y a comunicarse con “verdad” todo es mucho más fácil. Yo le decía a un cabo catalanista: “Te expreso mis ideas desde mi ombligo centralista, desde el punto de vista que fatalmente me ha tocado vivir. Sé que tú haces lo mismo, desde tu visión periférica”. Seguramente, ninguno de los dos tengamos una visión objetiva, pero somos capaces de conversar “escuchando” al otro.

La imagen recíproca entre madrileños y catalanes ha estado muy distorsionada por elementos políticos que han contribuido a generar ese malestar y muchas veces, unos y otros hemos seguido ese juego, entrando al capote.

Desde Lavapiés/capital de Madrid me encantaría que Cataluña siga formando parte de España porque considero que en ambos lados hay muchos patriotas corruptos a los que se debe eliminar y muchos más elementos comunes entre sus gentes/aún con sus peculiaridades. Sin embargo, admito el derecho de Cataluña a la independencia porque la soberanía es suya y no de la comunidad de vecinos. Cabe la misma posibilidad de que acierten o se equivoquen en tal decisión, argumentos sólidos hay en ambos lados, pero es el derecho a decidir su futuro.

Solo pondría una salvedad a los políticos que impulsan “El Juntos por el Sí” y es que les rogaría que comuniquen a los ciudadanos catalanes los pros y contras de dicha salida: ¿Podrían encajar en Europa o deberían alejarse? ¿Qué señalan los acuerdos escritos hasta el momento o cuáles pueden ser los acuerdos verbales pactados con los dirigentes europeos? ¿Existe un plan B? ¿Cuál va a ser la política económica del futuro gobierno conjunto: la de la burguesía catalana o la de la CUP?.

Yo que me he manifestado, en el caso de Grecia, a favor de la pre Syriza (no la que recula con bajadas de pantalones) pediría a los dirigentes catalanes que hablen con “verdad” porque a un internacionalista como yo, lo de Grecia me ha hundido y eso ha pasado factura a Podemos. He creído siempre en la afirmación marxista que “el obrero no tiene patria” pero no imaginé que los ricos tomarían esta tesis para liberalizar los capitales y crear paraísos fiscales. A ellos, la patria les importa un bledo.

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