El último tren de Gun Hill(1959) es un western dirigido por John Sturges y protagonizado por Kirk Douglas, Anthony Quinn, Carolyn Jones y Earl Holliman. Dos símbolos ferroviarios, un andén donde aparece la tragedia y un tren que no podemos perder que nos conduce al progreso.
El sheriff Matt Morgan (Kirk Douglas) ha jurado llevar ante la justicia al asesino de su esposa, una joven india. Su tarea se complica cuando se entera de que el padre del sospechoso es un viejo amigo suyo, el ganadero Craig Belden (Anthony Quinn). A pesar de todo, Morgan está decidido a arrestar al hijo de Craig y marcharse con él en el tren de las 9:00.
Kirk Douglas realiza una interpretación soberbia y representa con fidelidad un hombre herido pero que antepone la ley a su venganza personal. La réplica se la da un también magnífico Anthony Quinn. Una vieja amistad enfrentada por la fatalidad del destino y que ambos asumen comprendiendo la situación del otro pero enfrentándose al cruel reencuentro.
Sin embargo, en el film subyacen otras lecturas no menos interesantes que la acción pura y dura con que nos obsequia el director. Por un lado hay la idea de la llegada de los nuevos tiempos. Mientras que en el pueblo de Matt se respira tranquilidad y civismo (se resalta que hace más de nuevo años que no hay ningún tiroteo ni se roba un caballo), integración de los indios incluida. En el de Craig todavía está anclado en los viejos tiempos donde un cacique ganadero impone su voluntad por encima de la ley y de quien haga falta. De hecho no hay que olvidar que es el hijo del cacique el que lleva la violencia al pacífico pueblo de Matt. Esa llegada paulatina queda reforzada por el uso del tren que hacen los personajes. Parece que ya no sólo es necesario un caballo para cruzar amplias extensiones de tierra. La preeminencia del ferrocarril es evidente, no sólo por la importancia en su desenlace sino que también personifica esos nuevos tiempos de progreso que acabarán imponiéndose.
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