Juan Carlos Monedero ha dimitido de los órganos directivos del partido. Todo indica que ha sido un desencuentro estretégico e ideológico con Iñigo Errejón y Bescansa, partidarios de buscar el centro, de extrañas piruetas como ya ejecutara Felipe González. La derecha lo va a presentar como una maniobra del partido “de ultra izquierda” -dicen en televisión- para evitar los problemas de Monedero con Hacienda.
Tengo 56 años. Voté a Felipe González ¡craso error! porque confiaba en que llegaría al gobierno con un nítido mensaje socialdemócrata. Descontaba que los auténticos procesos de cambio no se dan en las urnas, pero al pueblo español no le veía con ningún ímpetu revolucionario. Así, consideré que valdría con determinadas pautas de izquierdas: defensa de las políticas públicas y estatales, ayudas a los más desfavorecidos, no a la OTAN y ya sabemos lo que pasó…
¿Acáso los auténticos socialistas se sintieron dichosos con llegar al Gobierno con una clara política de derechas/casta?. Me avergüenza pensar que el trabajador disponía de mayor protección laboral con el dictador Franco que con Felipe.
La llegada fresca de Podemos me alegró, me volvió a ilusionar. Nunca escuché los ataques infundados de sus enemigos. Sin embargo, me defraudó el ir perdiendo el aire nuevo que traían del 15 M. Pablo Iglesias se dejaba acogotar cuando le atacaban con Venezuela, a Monedero no le dejaban salir a escena como un pordiosero, etc. No lo entendía/ni entiendo, ¡coño, si con esa actitud concedíais la razón a vuestros enemigos!.
Vaya por delante que no soy asambleario. Napoleón decía: “Cuando no quiero hacer algo, nombro una Junta”. Siempre he considerado que una élite o vanguardia obrera debe ser quien guie los pasos. Ahora bien, las bases deben tener siempre el poder de revocar a los cargos si no cumplen el mandato que ellas les otorgan. Es decir, la soberanía está en las bases y la dirección (se supone que los más capaces) se limita a ejecutar los mandatos de la misma.
Coincido con Pablo Iglesias en la frase: “la centralidad, no es el centro”. Hay que buscar políticas posibles de llevar a efecto, no caer en la demagogia. Sin embargo, esas medidas serán siempre coherentes con el cambio que postulamos. Para jugar al centro/derecha tenemos al PP, PSOE y Ciudadanos.
Yo diría que más del 50% de los votos de Podemos vienen y vendrán de la izquierda. Si buscas el voto de los que no se decantan/derechas perderás a los parroquianos del bar y esos son los que te dan de comer, los clientes fijos.
Insisto en que Monedero tiene razón cuando explica que ese tipo de política solo puede conducir al sillón para algunos, pero en cuanto estrategia y táctica de partido es “pan para hoy y hambre para mañana”.
Viva el Podemos de la indignación y la desobediencia, el que no solo quiere vencer, sino convencer, el que no tiene prisas porque no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar…
Todavía queda mucho partido por jugar y ¡Sí se puede! si hacemos bien las cosas...
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