La algarabía que se monta en el trasiego de los trenes, con chavales corriendo de un lado para otro siguiendo el recorrido hasta su mesa, es tan divertido que añade un aliciente desconocido en cualquier restaurante normal, donde los críos comen rápido y luego se aburren sin que los padres sepan qué hacer con ellos.
Como el restaurante tiene un considerable tamaño, con diversos ámbitos, la instalación exige viaductos, incluso de doble piso, túneles, pasos a nivel para que el personal que sirve las mesas pueda moverse por su interior, túneles, etc., y todo ello adornado con estaciones de diverso tamaño y paisajes para decorar el recorrido.
También se puede pedir que las bebidas lleguen en un tren especial con aire del "tren de la bruja" si se quiere darles una sorpresa.
No sólo en ese restaurante hay diversión relacionada con el ferrocarril, o en este caso con los tranvías porque en la misma zona de la Plaza Wenceslao podemos ver un par de tranvías de los típicos de Praga convertidos en un bar con terraza.
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