martes, 7 de abril de 2015

La estación de Perpignan, “el centro del universo” para Dalí

Una visión autobiográfica onírica

La estación francesa de ferrocarril de Perpignan tiene una vasta historia pero ninguna como la que la ha convertido en el "centro del universo", epíteto que se ha hecho muy popular y con el que los ferrocarriles del país vecino la adornan en todas sus actuaciones.




Dalí quiso enviar en una ocasión diversos cuadros suyos a Estados Unidos. Quizá por el tamaño de los lienzos o por lo inusitado de la expedición, Dalí no encontró demasiadas facilidades, por lo que se desplazó hasta Perpiñán a hacerlo desde allí. Era el 19 de septiembre de 1963 y Dalí, con sus lienzos a cuestas, desembarcó en la estación de Perpiñán. Al llegar quedó tan impactado que dijo: “ la estación de Perpigan es el centro del universo “.

A continuación, realizó otras declaraciones: “Siempre es en esta estación de Perpignan, que se me ocurren las ideas más geniales de mi vida. Allí también vi la tercera dimensión por su superposición de lentes parabólicas, como en un ojo de mosca”.

Esta obra de Dalí en 1965, parece ser la visión autobiográfica onírica – recordemos la gran influencia de Freud en el genio catalán - de la vida del pintor.


Símbología de la obra

En esta obra se ve converger en el centro, apuntando con energía, 4 rayos luminosos al punto central del cuadro donde aparece Cristo en la cruz y levita un hombre, presentándolos como el centro de la tierra, pero una figura igual aparece más arriba, indicando que el hombre es también el centro del universo. Cristo/Dios y el hombre son uno, aún cuando una gota de agua no sea el mar.Debajo aparece una cajonera, que encierra los pensamientos. A los costados están relatadas las principales acciones del hombre, su sexualidad, a la derecha, representada por una mujer agachada y detrás un hombre en actitud sodomítica. A la izquierda está representado el trabajo. Más adelante y a ambos lados, las figuras de Millet, del "Angelus", quizás representando la muerte y la espiritualidad del hombre. Adelante y en el centro de la obra, aparece Gala, su musa inspiradora, sentada en un extraño artilugio. En el centro de la pintura un vagón de mercancías con los bogies colocados de forma transversal  es la representación gráfica de lo que había expresado con sus palabras. La figura central es Cristo en la Cruz/El Salvador. La importancia de la figura de Cristo es importante en su obra, así como la muerte de un hermano que nació antes de él y que causó un gran dolor en sus padres y, poco después, el nacimiento de Eugenio Salvador que simboliza la muerte/resurrección.


Relación de símbolos con la autobiografía

Por allí, llegó Gala en 1929, acompañada de su marido, el poeta Paul Eluard, a quién ella abandonará al conocer a Dalí.

El día que llegó Dalí con sus cuadros el sol se ponía, una luz amarilla intensa y rojo dorado se filtraba a través del edificio, reflejándose en los cristales de las fachadas que rodeaban la estación.

"El Ángelus" de Millet, Dalí y el método paranoico-crítico

El Ángelus, es una expresión de la devoción católica que tiene por objeto meditar sobre uno de los misterios fundamentales del Cristianismo: la Encarnación. 

“El Ángelus” también es el título puesto por Jean-Francois Millet a un pequeño cuadro al óleo que pintó entre 1859 y 1860. En el lienzo el artista reprodujo el momento en que una pareja de jóvenes campesinos está en actitud orante. El hombre y la mujer agachan piadosamente sus cabezas, tomando él su sombrero y llevando ella sus manos al pecho. A sus pies, entre ambos un cesto con patatas. A un costado de él y detrás de ella, elementos de labor.


Este cuadro, de 55’5 por 66 cm, que hoy se disfruta en el Museo parisino de Orsay confirmó una temática del gran maestro por la que fue tildado por los críticos de ‘socialista’, calificación que le costó un breve exilio en Inglaterra. Desde su misma instalación en una de las salas de aquella exquisita obra del arquitecto Laloux en la orilla izquierda del Sena, fue objeto de la admiración y comentarios no solo de críticos de arte sino de algunos prestigiosos artistas, entre ellos Salvador Dalí.

Curiosamente una reproducción del cuadro de Millet colgaba en el pasillo de la escuela de Figueres a la que Dalí asistió de niño. Siendo joven aquella magnífica obra de arte se convirtió en el objeto fundamental del desarrollo de su método paranoico-crítico apareciendo a lo largo de su producción artística en la década de 1930 e incluso siendo adulto, en los años ‘60.

Cuentan que cuando el pintor catalán veía ‘El Ángelus’ se sentía invadido por una sensación extraña al punto de obsesionarse con el cuadro. Afirmaba ver más cosas en la composición. Luego, por conversaciones que mantuvo con un amigo de Millet, supo que el artista francés tapó el ataúd de un niño porque había caído en la cuenta que no sería del gusto de las nuevas modas parisinas. Dalí tuvo siempre miedo a la muerte y al dolor físico.

La obsesión por esta obra se manifestó en 1932, cuando la imagen lo sorprendió según sus propias palabras “sin ningún recuerdo próximo ni asociación consciente que permitan una explicación inmediata”.

El pintor catalán dijo entonces que “Esa imagen constituye una representación visual muy nítida y en colores. Es casi instantánea y no da lugar a otras imágenes. Yo siento una gran impresión, un gran trastorno porque, aunque en mi visión de la mencionada imagen todo “corresponde” con exactitud a las reproducciones que conozco del cuadro, ésta se me “aparece” absolutamente modificada y cargada de tal intencionalidad latente que ‘El Ángelus’ de Millet se convierte “de súbito” para mí en la obra pictórica más turbadora, la más enigmática, la más densa, la más rica en pensamientos inconscientes que jamás ha existido”.

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