Solo dos películas de Sylvester Stallone me han gustado:
Rocky y FIST, Símbolo de Fuerza (1978). Es una magnífica e injustamente olvidad
película escrita por un Silvester Stallone que venía de triunfar el año
anterior en los Oscars con Rocky (también guión suyo). Hoy, me apetece realizar
el comentario de este filme porque me interesa el mundo sindical, la lucha de
un hombre en un proyecto colectivo y las contradicciones que cualquier decisión
conlleva.
Cleveland (Ohio 1937), la fotografía nos muestra fábricas
con chimeneas gigantescas arrojando al cielo un incesante humo negro.
Barracones, vías con trenes de mercancías configuran un ambiente industrial y
generador de un proletariado urbano.
Dos hombres caminan
sobre unas traviesas de madera y el más inconformista se lamenta: “Entras a las
cinco de la madrugada, sales a las siete de la tarde, trabajamos catorce horas
y nos pagan ocho horas” (parece que hablan de la España actual).
Johnny Kovak/Stallone trabaja en una empresa de transportes
y se enfrenta a un encargado despótico por una cuestión de índole
personal –todavía no ha surgido el obrero socialmente concienciado-. El
encargado ironiza ante su rebeldía “puede que a un hombre rico como tú, no le
importe perder un empleo”. Al principio los compañeros arropan a Kovak y
consiguen exponer sus problemas al
propietario de la fábrica que les pide vuelvan al trabajo y solucionarán esos
problemas. Los obreros aceptan el compromiso y lo celebran en la taberna. Al
día siguiente, el patrono ha despedido a los protagonistas del plante. Los más
necesitados y los más cobardes entran, de nuevo, a la fábrica. Es la primera
derrota y la primera lección.
Un gángster - conocido por Kovak del barrio- le dice
sonriendo: ¿Qué fuerza tienes para hacer cumplir el trato?. Aquí el idealismo y
la ingenuidad del protagonista se enfrentan a la realidad cruel del pícaro.
Dan trabajo a Kovak y a su amigo de la infancia consistente
en buscar afiliados entre los transportistas para la Federación Interestatal de
Transportistas (camioneros), pero nadie quiere afiliarse. Hay un simpático
diálogo entre Kovac y un camionero escéptico.
-
Si te afilias no te darán por saco cada fin de
semana
-
No, me darán cada día
-
No, si todo el mundo se afilia
-
Me alistaré cuando se haya afiliado todo el
mundo.
-
Queremos mejorar el sueldo de los trabajadores
-
¿No será que solo queréis recaudar dinero?
-
El viernes tenemos un reunión, nos vemos el
viernes si es que vas
-
Pero no pienso firmar nada.
En este clima de desconfianza se mueve entre los
trabajadores. En la reunión, un pionero del sindicato y conocido en el mundillo
del transporte acude en una silla de ruedas.
-
Se salió de la carretera y, ahora, la empresa no
quiere saber nada. Nosotros cuidaremos de él y su familia porque es un hombre del
sindicato.
La solidaridad y el sentido de protección va logrando
aumentar sensiblemente el número de afiliados. Al principio, el sindicato es
casi un auxilio social, pero ante el avance en las filiaciones se intenta
comprar a Kovak y al no conseguirlo, recurren al uso de la fuerza, una paliza
le servirá de aviso.
En estas circunstancias debe enfrentarse contra todos,
incluyendo luchas internas para echar al actual presidente del sindicato que ve
“bolcheviques” en los militantes activos.
Deciden convocar la primera huelga ante la intransigencia de
la empresa y un camión con gorilas contratados actúan contundentemente contra
los trabajadores. Los obreros huyen y es la segunda lección.
Kovak se siente responsable de lo sucedido. Un trabajador
muere debido a los tiros de la policía.Un
gángster/conocido de Kovak le brinda apoyo, pero le avisa que le costará
dinero. Utiliza fondos del sindicato para conseguir dicha ayuda, a su fiel
amigo no le gusta esta decisión. Sin embargo, kovak la considera “inevitable”.
Decide así “responder a la fuerza con la fuerza y grita en
una asamblea: “No se ganan las peleas aguantando palizas. Todos nosotros somos
un puño”. Suscita la emoción y la fascinación entre los trabajadores que están
hartos de aguantar palizas.
-
Volveremos a enfrentarnos con la policía pero,
esta vez, el resultado no será el mismo.
Los obreros armados con bates y palos se enfrentan a los
matones contratados por la empresa; mientras que los gángters que apoyan a
Kovak utllizando pistolas , bombas y dinamita ponen en jaque a la policía. Esta
vez, la Consolidated sí firma y cumple las reivindicaciones sindicales.
Esta victoria genera, a su vez, contradicciones. Para
avanzar deben imponer la sindicación obligatoria y para ello se valen de la
acción de los mafiosos que le recuerdan que “están en deuda con ellos” y así le
imponen a Kovak determinados negocios sucios.
El fiel amigo le recrimina: ¡Te has vendido, teníamos algo
limpio!.
Kovak le responde: ¡No tendríamos nada sin su ayuda!.
Ahora, el sindicato dispone de un lujoso edificio, aparecen
los trepadores y las vinculaciones políticas. Un senador anticorrupción les
busca las cosquillas y su fiel amigo apoya huelgas sin el permiso del sindicato
que no solo las boicotea sino que levanta cordones de seguridad contra los
propios trabajadores. Los mafiosos temen que su amigo declare sobre ciertas
actividades del sindicato, y Kovak trata de persuadir a su amigo en bien de su
integridad.
-
¿Te siguen gustando los trabajos manuales?. (Una
clara reflexión sobre la división del trabajo). ¡Tuve que hacer esos tratos y
lo sabes, nuestro fallo fue alejarnos del viejo barrio.
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