viernes, 17 de abril de 2015

‘El tren’, vidas o cuadros

‘El tren’ (1964) está rodada en blanco y negro para transmitir la idea del tono documental de la segunda Guerra Mundial. Es una película que contiene a partes iguales compromiso social y espectáculo bien entendido y que hace las delicias de todos los aficionados al mundo del ferrocarril de los años cuarenta.



Esta obra maestra del director John Frankenheimer, nos muestra cuando faltan pocos días para que los aliados entren en París, los nazis cargan en un tren los cuadros más valiosos de la capital francesa para enviarlos a Alemania y de ahí al mercado negro para sostener la fuga de los dirigentes nazis que ya ven perdida la guerra. Un grupo de resistentes intentará impedir la salida de las obras de Francia, saboteando el tren en el que son transportadas, con un doble riesgo: la necesidad de recuperar las obras sin dañar al tren que las contiene bajo la amenaza de perder una cantidad ingente de obras irrepetibles.




Frankenheimer realizó una película que constantemente nos emplaza a posicionarnos en el siguiente debate: ¿Qué es más importante, una vida humana o una obra de arte? A lo largo de la película veremos que hay personas que deciden que es más importante la obra de arte que su propia vida, pero otros decidirán que es más importante las obras de arte que la vida de los demás.

Mademoiselle Villard, la responsable francesa de la colección notifica a la resistencia el expolio y les implora que eviten que dichas obras salgan de Francia, o al menos eviten su destrucción. Esta escena en que Mademoiselle Villard intenta convencer a la Resistencia del valor de las pinturas es realmente buena. Por un lado tenemos a Paul Labiche (Burt Lancaster) un inspector ferroviario reacio a arriesgar la vida de sus escasos hombres por unas pinturas, y por otro a Mademoiselle Villard intentando hacerles ver que esas pinturas es algo por lo que merece la pena morir pues si los alemanes las consiguen llevar habrán robado "algo más que un símbolo”. Pero Burt no se deja convencer.


El maquinista del tren encargado del transporte es un veterano llamado Papá Boule (Michel Simon). Antes de partir tiene una conversación con un jefe de estación que le dice lo que lleva el tren que conducirá hacia Alemania.

Papá Boule decide sabotear la locomotora pero es descubierto y ejecutado sumariamente. Esta ejecución hace cambiar de opinión a los miembros de la Resistencia. Los cuadros deben de ser importantes pues alguien como Papá Boule ha dado su vida por ellos y ahora se esforzarán en evitar por todos los medios que el tren llegue a Alemania.


En suma, obra maestra recomendable que hace disfrutar por lo emocionante de su historia y por el encantador retrato que hace del mundo del ferrocarril y, cómo no, por recuperar con todo merecimiento para la posteridad el papel de los profesionales de ese medio de transporte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario