martes, 19 de mayo de 2015

El tren precintado de Lenin

En marzo de 1917, Vladímir Illich Ulianov, más conocido como Lenin se adentra en un tren sellado que no podrá ser inspeccionado ni detenido por las fuerzas gubernamentales germanas. Se trata de un tren blindado y bien protegido por los mismos alemanes.


El káiser Guillermo, un aristócrata anticomunista que está en conflicto con Inglaterra, Francia y Rusia considera la posibilidad de utilizar a Lenin como una marioneta para desestabilizar al gobierno burgués y democrático de Kerensky, que seguía siendo partidario de que Rusia permaneciera en el conflicto/I Guerra Mundial. Así, se trataba de desestabilizar y anular a Rusia como potencia beligerante.

Ante una previsible ofensiva aliada, la dirección de la revolución en Rusia se hizo urgente para la estrategia global de Alemania. Así, a través de intermediarios se ofreció a Lenin el tránsito a Rusia para dos personas, pero Lenin fue cauto y solicitó viajar con un grupo de exiliados y que el tren fuera precintado y tuviera el status de extraterritorialidad. No obstante, el líder soviético tenía la preocupación que se estaba arriesgando al ponerse en manos de su otro enemigo.

Mientras tanto, Trotsky y sus colaboradores que habían estado en Estados Unidos fueron arrestados en un barco británico a su regreso a Rusia.

El “tren precintado” debería conducirlos a San Petersburgo, donde el gobierno de kerensky había amenazado con enjuiciar bajo los cargos de alta traición a cualquiera que viajara a través de Alemania. Suecia, Finlandia y Petrogrado (actual San Petersburgo). La noticia de la llegada de Lenin había corrido como la pólvora y las multitudes salen a recibirle y los soldados le rinden armas. La guerra era insoportable para los rusos que morían a raudales ante la incompetencia de sus mandos, lo que originó que los soldados se decantaran por las tesis pacifistas de Lenin y con la llegada al poder de los bolcheviques se firmara la Paz de Brest-Litovsk, el 3 de marzo de 1918.

Muchas personas y muchos intereses nos han hecho creer que Lenin fue un traidor y, sin embargo, la historia ha demostrado que no fue Lenin la marioneta del káiser sino al revés. De hecho, años más tarde, Churchill acusaría al emperador de “haber introducido el virus comunista en Rusia”. Lenin supo jugar con las contradicciones del sistema capitalista y decidió que sus manos estuvieran manchadas, pero no vacías.

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