martes, 26 de mayo de 2015

Pío Baroja, un tímido con sed de acción

Entre Andrés Hurtado y Zalacaín el aventurero

El escritor vasco es, ante todo, contradictorio. Escribo sobre Baroja porque me remite a mis estudios de literatura, a una forma de entender la expresión verbal sin adornos, sus personajes están llenos de vida y conforman la estructura principal de la novela junto a los diálogos, se trata de ser directo como un “punch”. Un carácter con el que simpatizo manteniendo insalvables diferencias políticas, pero al cual admiro profundamente.


Pío Baroja y Nessi nunca destacó como estudiante, ninguna profesión le atraía, solamente escribir no le disgustaba. Se interesó por los filósofos alemanes: Kant, Schopenhauer y Nietzsche. Concluyó la carrera de medicina y comenzó a ejercer en Cestona (Guipúzcoa). No le gustaba la vida de médico y, menos, en los límites estrechos de una población pequeña lo que le acarreó diferencias de criterio con el médico viejo, con el alcalde, con el párroco y con el sector católico del pueblo, que le acusaba de no ir a misa. Viene a Madrid a probar suerte en el mundo literario y para sobrevivir regenta una tahona que le deja como legado una tía materna.

Rubén Darío que era adversario literario le gastaba bromas con este hecho:” Es un escritor de mucha miga, Baroja”, a lo que el escritor vasco respondía: “También Darío es escritor de mucha pluma: se nota que es indio” y es que la estética y la musicalidad de Rubén no cuadraban con el pesimismo y el mensaje corto y directo de Baroja.

El haber amado mucho al ser humano y decepcionase tanto de él, le llevó a convertirse en un individualista antisocial que, a lo largo de su vida le hizo caminar en política por todos los bandos y en todos desencajar. Así, estrechó una especial amistad con el anarquista José Martínez Ruiz más conocido como Azorín, pero al acercarse éste al partido conservador de Antonio Maura rompió su antigua amistad. De igual manera cultivó la amistad de Maeztu (falangista). Liberal furibundo frente a los carlistas y cofundador en 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética para después escribir: “judíos, comunistas y demás ralea”. De todos lados, salía desencantado y renegando.

Baroja era profundamente contradictorio: amaba la  acción/querer ser  y, así, creaba personajes aventureros en sus novelas (Zalacaín). Sin embargo, él/ser era un tipo abúlico y desengañado, como Andrés Hurtado (El árbol de la ciencia) o Manuel (La Busca) - sus grandes y más auténticos personajes -. Era un misógeno que apenas frecuentó mujeres y, sin embargo, en sus escritos advertimos unas grandes dotes de observación sobre ellas (en sus virtudes y en sus defectos), al igual que aconteció con Nietsche.




Acumuló una impresionante biblioteca especializada en ocultismo y brujería e historia del siglo XIX, que instaló en un viejo caserío del siglo XVII destartalado pero con magnífica construcción, que compró en Vera de Bidasoa/el famoso caserío de Itzea.



Sus novelas son realistas e impregnadas del pesimismo de Schpenhauer, pero la acción de sus personajes les redime de las fatalidades que deben sufrir. Al estallar la Guerra Civil, en la frontera con Francia lo detuvo una columna carlista y salió vivo gracias a la intervención militar de un Alto Mando. Se trasladó inmediatamente a París. Luego, regresó a la “zona nacional” y mantuvo una tertulia literaria en la que partcipaban Camilo José Cela, Juan Benet y otros.

Su espíritu andariego por las calles de Madrid queda reflejado en su trilogía La lucha por la vida (La busca, Mala hierba y Aurora roja). En sus últimos años paseaba por el Retiro y allí aparece, actualmente, una estatua que guarda su memoria. A su entierro acuden algunos de sus seguidores: Cela, Hemingway y John Dos Passos, quienes declararon públicamente su admiración por el escritor.

Considerado miembro de la Generación del 98 junto a otras renombradas firmas como Valle Incán, Unamuno, Machado, Ganivet, Maeztu, etc no dudó en desmarcarse de la lista y decir que "pocas cosas tenían en común".



                                                                    Con Hemingway

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